Así nos lo cuenta el periodista de La Opinión de Málaga ,
Alfonso Vázquez
Este es el enlace con su magnífico blog que desde aquí recomendamos:
Merenderos megalíticos, esa broma pesada
Cuando se presentó el proyecto de los chiringuitos de las
playas de La Caleta y La Malagueta, el firmante de estas líneas cayó en la
trampa y al contemplar en el papel el diseño de esos merenderos de aires
gráciles y cuasi ibicencos, pensó de forma muy bienintencionada que la
gracilidad de estas estructuras se iba a trasladar a la arena y que Málaga
ganaría con el cambio.
Con este motivo, el pasado 9 de enero un servidor escribió
en esta sección, de forma esperanzadora, sobre estas estructuras que aún no se
habían desarrollado en todo su esplendor.
Y cayó el menda en la trampa porque lo que se está
levantando en la playa de La Caleta y La Malagueta no son sino una colección de
búnkeres para albergar al estado mayor norcoreano, el más hermético del mundo.
Una vez más, los políticos malagueños superan sus límites de
eficacia y gestión inteligente legando para los próximos 30 años –hasta que
llegue, crucemos los dedos, una generación más sensible– estos restaurantes que
suponen una agresión lamentable a nuestras playas.
Qué bien quedarían estas moles en una placita de cualquier
ciudad de la extinta República Democrática Alemana. Con estos merenderos
megalíticos, Málaga sigue imparable ese modelo turístico tan afamado en el
extrarradio de las grandes ciudades del norte de Europa llamado Benidorm.
Pero si todavía son escépticos a las toneladas de cemento
depositadas sobre la arena, sólo tienen que acercarse al antiguo merendero
Caleta Playa, situado frente a una conocida clínica radiológica. Este
chiringuito es todavía de los antiguos, tiene mucha menos altura que las nuevas
incorporaciones y la terraza cubierta no es una continuación de la mole sino
cuatro barras metálicas. Lo mismo ocurre con el merendero Oasis, que tiene al
lado a su hermano mayor, como puede verse en la foto.
La crisis, causada en buena parte por el exceso de ladrillo,
no parece haber doblegado a ese potente lobby merdellón que sigue destrozando
nuestro litoral.
Si tratan de contemplar la bahía de Málaga desde el paseo
marítimo Pablo Ruiz Picasso, a partir de ahora se van a encontrar con una
cadena de obstáculos visuales que ninguna ciudad europea con un mínimo de
sensibilidad y cuidado por el turismo habría permitido. En cuanto a ver el mar
desde la calle Gutenberg y otros puntos, ya sólo verán un cachito.
Pero si algo tenemos los malagueños es capacidad para
aguantar carros, carretas y burricies urbanísticas, así que echen un vistazo a
la ya comentada treta perpetrada en el Palacio de la Aduana, en el que, con la
excusa de recuperar el tejado del edificio, nos han metido una planta más,
desgraciando las vistas de Málaga desde la Alcazaba. No ganamos para disgustos.
Ya sólo queda, una vez más, admitir el estropicio, sonreír a
los futuros votantes e invitar a la inauguración de los búnkeres playeros al
niño prodigio de Corea del Norte –Kim Jong-un– y toda su plana mayor, para que
disfruten de la Malagueta.
¿Quién nos iba a decir que en pleno 2013 la Ciudad del
Paraíso iba a reinventar la cultura megalítica? Si esto es un aperitivo de
la futura Ley de Costas, prepárense para degustar de nuevo los tiempos bravíos
del ladrillo. Preparémonos para lo peor.
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