El edificio proyectado por Moneo será una grave agresión al Centro Histórico de Málaga |
La ciudad no se reconoce en los nuevos chiringuitos de la Malagueta.
La Catedral con
una única torre, fruto de los avatares de la historia, forma ya parte de la
memoria.
Entrevista a Santiago Quesada, director de la Escuela Técnica Superior de
Arquitectura de la UMA en Sur por SUSANA ZAMORA
Es
jiennense, profesor titular del área de Proyectos Arquitectónicos en la
Universidad de Sevilla (US) y, desde el pasado año y en comisión de servicio,
director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UMA. Su despacho
en El Ejido, en el viejo edificio que hasta hace poco años albergó a la Escuela
Politécnica, no deja lugar a dudas sobre su profesión. Varias maquetas de
edificios reales dan la bienvenida a una estancia luminosa y acogedora, sobre
la que nadie -gracias a las reformas que se han hecho- diría que han pasado por
ella 40 años.
Para
Santiago Quesada (Jaén, 1961), el dibujo es una herramienta de trabajo, pero
también una pasión que practicaba ya desde muy pequeño con su padre, ingeniero
industrial. Casualmente y en plena polémica, el primer proyecto que le
encargaron cuando aún no había terminado la carrera fue un chiringuito. Pero no
uno de playa, sino para el acuartelamiento de Tablada (Sevilla) donde hizo la
milicia universitaria. Tenía que elegir: o hacer la mili con los Regulares en
Melilla, donde le tocó por sorteo, o superar unas pruebas e ir haciendo el
servicio militar en distintos periodos. "El cuartel tenía un club de
recreo, con piscina donde pasaban los fines de semana y los días de fiesta,
pero con unos aseos y una cocina en muy malas condiciones. Querían un sitio
donde estar de forma desinhibida, literalmente un chiringuito: algo efímero e
informal", describe.
Hace la
carrera en Sevilla y en 1987 empieza a dar clase en su universidad. Al mismo
tiempo, abre un estudio, porque ante todo es "arquitecto militante".
"Es muy importante establecer sinergias entre profesión, educación e investigación.
Al final todas se nutren de las otras". Como si de hijos se tratase
(aunque no tiene), para este profesional no hay proyectos predilectos:
"Dicen los italianos que cualquier escarabajo es guapo para su
madre". Sin embargo, no disimula su satisfacción con lo que han sido sus
principales líneas de investigación: las viviendas sociales y las
intervenciones para la conservación del patrimonio. En la actualidad,
desarrolla un proyecto de construcción del paisaje en el siglo XIII en un valle
de la Sierra del Segura.
Quesada
defiende que los proyectos están constituidos de imitación y experiencia.
"Somos ejemplos rodeados de ejemplos. La imitación no es una mera copia.
No se puede crear de la nada. El arquitecto Dios divino y creador no
existe".
Ha realizado
estancias en Milán, París, Bruselas, El Salvador y Perú, pero el año en Roma,
en el departamento de Historia, Teoría y Composición en 1993 "es una
experiencia que cualquier arquitecto debe vivir". En 2006, su tesis sobre
el paisaje como referente en la arquitectura contemporánea obtuvo el premio
extraordinario de Doctorado. Al año siguiente, el Máster en Telecomunicaciones
que realiza en la UPM de Madrid supuso el punto de partida de una línea de
investigación relacionada con la inteligencia ambiental, que tiene que ver con
la salud y la relación de los entornos con los enfermos crónicos de la tercera
edad y personas con diversidad funcional.
En la
actualidad, pertenece al Colegio de Docentes del Politécnico de Milán, donde
estuvo contratado un semestre como profesor en 2003-4.
-En 2011
salió la primera titulada en Arquitectura por la Universidad de Málaga. Desde
entonces solo lo han hecho 15 de los 75 alumnos de la primera promoción que
entraron en 2005. Llamativo ¿no?
-Quizá sea
por el proyecto fin de carrera, que no lo acaban en un año, sino en dos.
Realmente, no sé si la comparación debía hacerse entre los que han entrado o
los que se han matriculado en ese trabajo fin de carrera, ya que ha habido
cuatro convocatorias y de los 17 que se matricularon, han salido estos 15. El
resto está aún con el trabajo, sin embargo, este curso ya hay matriculados para
presentarlo más de 30. Hay que entender que el alumno se enfrenta por primera
vez a un trabajo que compendia todos los conocimientos de la carrera y que la
agenda de trabajo se la tiene que marcar él. Es como un salto al vacío, pero
que al mismo tiempo les ayuda a madurar como personas y profesionales. Además,
hay alumnos muy condicionados si están trabajando.
-La
profesión está que trina con el anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales
-Ese
borrador es una barbaridad, porque suprime la reserva de actividad para hacer
determinados proyectos, que ahora únicamente pueden hacer los arquitectos,
porque son los que tienen las atribuciones profesionales. Con esta futura ley,
los proyectos los van a poder hacer también los ingenieros y aparejadores, sin
tener en cuenta el valor añadido que aporta el arquitecto: capaz de integrar
tecnología, construcción, paisaje, ciudad y diseñarlo de acuerdo a las necesidades
de un promotor, que es el que le encarga el proyecto. Cuando el Gobierno
argumenta que es para una mayor liberalización, miente. No va haber más
competitividad, sino menos calidad.
Este
anteproyecto de ley contempla la arquitectura como construcción, una
edificación que no tiene componente espiritual, sin alma. Había un profesor que
decía: "Un cobertizo para guardar bicis es una construcción; una catedral
es arquitectura", porque hay proporciones, transmite valores espirituales,
afectivos, culturales, estéticos, económicos, sociales. La arquitectura no son
solo los edificios que nos rodean, son algo más que mejoran la calidad de vida
de los ciudadanos. Es un intangible, pero existe. Cuando ese decreto contempla
la arquitectura como un hecho meramente mecánico, no está entendiendo qué
significa ser arquitecto ni respeta una disciplina con 2.000 años de historia.
Por eso, nuestra clara oposición y la de todos los colegios profesionales de
España a la nueva normativa.
-¿Qué opina
de la polémica de los chiringuitos?
-Es un error
de concepto, porque lo que tenían que haberse preguntado es qué es un
chiringuito. No voy a entrar en la estética, pero cuando Norman Foster vino a
España se quedó alucinado con el concepto de chiringuito, que es un sombrajo
plano, algo efímero, informal, donde puedes estar descalzo, en bañador. ¿Qué es
lo que se quiere hacer, chiringuitos o restaurantes de playa? Porque los
precios también varían. Hace muchos años, Fomento convocó un concurso de
chiringuitos en toda España y había soluciones muy divertidas, pero todas
partían de lo que se entendía por chiringuito, una estructura efímera, que se
podía desmontar. Además, el cañizo transpira, permite que entre y salga el
aire, algo que no da un forjado de hormigón, y además puedes estar pisando la
arena. Todo eso son intangibles sobre los que alguien tenía que haber
reflexionado. Además, todos son iguales, cuando lo divertido es que cada uno
sea de una forma.
El problema
que se plantea ahora es que la ciudad no
se reconoce en esos chiringuitos, no se identifica con ellos e intuye que
le va a condicionar su modo de vivir la playa. Por ahí viene la polémica. No se
ha tenido en cuenta lo intangible, la esencia. No lo enjuicio desde el punto de
vista de la arquitectura, porque la reflexión es previa. El arquitecto ha hecho
lo que el promotor ha pedido. Los promotores son un material de construcción
tan importante como el ladrillo, el hormigón o el vidrio. La buena arquitectura
está siempre hecha por un buen arquitecto y, sobre todo, por un buen promotor,
que sabe lo que quiere y busca al técnico capaz de dar forma a su idea. Las
administraciones que en su momento lo consensuaron debían haber tenido claro
qué entienden por chiringuito. Es el promotor el que tiene que tener las ideas
claras y debe buscar al técnico que sea capaz de llevarlas a cabo.
-¿Cuántas
promociones de arquitectos tienen que salir para que veamos una Málaga
vertebrada por el río Guadalmedina?
-Está claro
que algo necesita, porque es una fractura que divide a una ciudad que principalmente
se mueve de este a oeste. Es un espacio no resuelto que tiene Málaga, que
necesita de una financiación potente, pero que al final serán las
administraciones las que deban resolver y apostar, o no, por este proyecto.
-¿Necesita
Málaga un edificio emblemático?
-No. La
identidad de las ciudades las tienen que definir las propias ciudades y no
necesitan de esta fiebre de los 'guggenheims'. Tienen su propia memoria y deben
ser conscientes de ella. Los edificios tienen que resolver problemas a la
ciudad, intentando que sean más habitables, más amables, se viva mejor. Los
edificios no pueden ser estrellas. Este frenesí por buscar al arquitecto
divino, al arquitecto estrella que deje su huella en la ciudad creo que no
funciona. Se hizo en Bilbao con el Guggenheim, pero el concepto fue diferente,
porque se trataba de rehabilitar las rías y se llamó a un gran arquitecto que
realizó un magnífico proyecto, pero de ahí a extrapolarlo y que funcione en
otro sitio es un error. Es pretencioso creer que un edificio de firma le da esa
identidad. Toda esa fiebre que le ha dado a las ciudades por tener un edificio
emblemático lo único que refleja es que no tienen claro cuál es el modelo de
ciudad por el que deberían apostar. Málaga tiene el mar, la costa, una
topografía cerca del mar, la dirección este oeste, la forma de vida, el sol...
tiene una identidad particular que no necesita de edificios emblemáticos. Sé que Moneo tiene proyectado un edificio
en Málaga, pero no creo que su edificio sea singular y responda a ese
modelo.
-El
estallido de la burbuja inmobiliaria ha impactado directamente sobre los
arquitectos. ¿Cómo se sobrepone la profesión a esta crisis?
-Pues,
reinventándose cada día. Trabajando el doble y ganando menos. Intentando
encontrar elementos que la sociedad demande; formándonos en nuevas necesidades,
en arquitectura sostenible, eficiencia energética, integrando las nuevas
tecnologías, como la domótica, en los edificios, en definitiva, creando valor
añadido. Además, los arquitectos están descubriendo nichos de mercado en los
que pueden aportar soluciones, porque los periodos de crisis son también de
oportunidades; sirven para profundizar y estudiar más y al final dar un
producto con más calidad. Por eso, que Málaga tenga una Escuela de Arquitectura
va a contribuir a que la calidad se incremente y se exporte. La recompensa
llega, puede tardar, pero acaba llegando.
-Como
arquitecto, ¿qué solución propondría para los Baños del Carmen?
-Restaurarlos.
Este es un claro ejemplo de identidad de la ciudad, un espacio fantástico y los
proyectos que he visto sobre él, no son los más adecuados. La zona verde, la
valla, el propio edificio que tiene que conservar y rehabilitar. Es el valor
frente al precio, no es un tema económico. La solución no está en echarlos
abajo y hacer otra cosa, sino en pensar con imaginación, ingenio e innovación.
No hablo de restaurar y fosilizar. Sin duda, habrá que buscarle la viabilidad
económica, pero no dando una concesión que arrase como Atila, vendiendo que se
van a crear no sé cuantos puestos de trabajo. Es un espacio deteriorado, pero
es muy bonito, muy poético, es una de las pequeñas teselas que le da identidad
a Málaga. El que explote ese espacio tiene que entender que tiene un valor
intangible que debe conservar, por encima de la explotación económica.
-¿Veremos
algún día rascacielos en Málaga, más allá de las torres proyectadas en
Martiricos?
-Depende de
la ciudad. Los rascacielos no son ni buenos ni malos. Depende de cómo y dónde
se hagan. Lo primero que hay que preguntarse es si Málaga los necesita. Ahora
está muy viva la polémica del rascacielos en Sevilla, hecho por uno de los
mejores arquitectos, pero hubo una decisión previa de donde colocarlo y se optó
por un paisaje asentado en la memoria colectiva. Los rascacielos surgen por una
carencia de suelo en EE UU y confiar la modernidad de una ciudad a la
construcción de este tipo de edificaciones me parece algo absurdo.
-¿Es partidario de terminar la torre
que le falta a la Catedral de Málaga?
-No,
claramente no. Ni la torre ni la cubierta y hablo desde mi propia experiencia
de intervención en el patrimonio. Es un hecho que la torre de la Catedral de
Málaga es con una sola torre; no estamos en el siglo XVI o XVII, reconstruirla
en el mismo estilo no tendría sentido. Además, la Catedral con una única torre, fruto de los avatares de la historia,
forma ya parte de la memoria. La discusión sobre si completarla o no solo
lleva a la melancolía, no conduce a nada. Evidentemente, hay medios para
recomponer los edificios como eran en origen, pero es que los edificios
históricos son como el cuerpo de una persona, tienen cicatrices.
-¿Cómo y
dónde haría el director de Arquitectura un nuevo edificio para esta escuela
técnica?
-A mí me
encanta que Arquitectura esté en el Centro de la ciudad, en relación directa y
permanente con el casco histórico. Además, este edificio está muy bien, quizá
los sótanos podrían ser un buen sitio para que los titulados pudieran
desarrollar parte de su trabajo y estar en contacto con los alumnos y los
profesores, una especie de 'co-working' que potenciaría las sinergias entre
ellos. Pero si me pregunta cuál sería mi ubicación ideal, tengo claro que sería
la playa (risas).
-¿Siguen
teniendo los arquitectos la consideración social de antaño?
-Antes puede
que sí, quizá hasta los años 70 u 80, porque era una sociedad donde no había
técnicos y los que había estaban muy demandados. Ahora creo que no. Somos un
profesional más. Además, me parece más interesante que te llamen por lo que
tengas que aportar a la sociedad.
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