domingo, 14 de abril de 2013

"Moneo tiene proyectado un edificio en Málaga, pero no creo que su edificio sea singular" el director de la Escuela de Arquitectura


El edificio proyectado por Moneo será una grave agresión al Centro Histórico de Málaga
 La ciudad no se reconoce en los nuevos  chiringuitos de la Malagueta. 
La Catedral con una única torre, fruto de los avatares de la historia, forma ya parte de la memoria.
 Entrevista a Santiago Quesada,  director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UMA en Sur por SUSANA ZAMORA
Es jiennense, profesor titular del área de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad de Sevilla (US) y, desde el pasado año y en comisión de servicio, director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UMA. Su despacho en El Ejido, en el viejo edificio que hasta hace poco años albergó a la Escuela Politécnica, no deja lugar a dudas sobre su profesión. Varias maquetas de edificios reales dan la bienvenida a una estancia luminosa y acogedora, sobre la que nadie -gracias a las reformas que se han hecho- diría que han pasado por ella 40 años.
Para Santiago Quesada (Jaén, 1961), el dibujo es una herramienta de trabajo, pero también una pasión que practicaba ya desde muy pequeño con su padre, ingeniero industrial. Casualmente y en plena polémica, el primer proyecto que le encargaron cuando aún no había terminado la carrera fue un chiringuito. Pero no uno de playa, sino para el acuartelamiento de Tablada (Sevilla) donde hizo la milicia universitaria. Tenía que elegir: o hacer la mili con los Regulares en Melilla, donde le tocó por sorteo, o superar unas pruebas e ir haciendo el servicio militar en distintos periodos. "El cuartel tenía un club de recreo, con piscina donde pasaban los fines de semana y los días de fiesta, pero con unos aseos y una cocina en muy malas condiciones. Querían un sitio donde estar de forma desinhibida, literalmente un chiringuito: algo efímero e informal", describe.
Hace la carrera en Sevilla y en 1987 empieza a dar clase en su universidad. Al mismo tiempo, abre un estudio, porque ante todo es "arquitecto militante". "Es muy importante establecer sinergias entre profesión, educación e investigación. Al final todas se nutren de las otras". Como si de hijos se tratase (aunque no tiene), para este profesional no hay proyectos predilectos: "Dicen los italianos que cualquier escarabajo es guapo para su madre". Sin embargo, no disimula su satisfacción con lo que han sido sus principales líneas de investigación: las viviendas sociales y las intervenciones para la conservación del patrimonio. En la actualidad, desarrolla un proyecto de construcción del paisaje en el siglo XIII en un valle de la Sierra del Segura.
Quesada defiende que los proyectos están constituidos de imitación y experiencia. "Somos ejemplos rodeados de ejemplos. La imitación no es una mera copia. No se puede crear de la nada. El arquitecto Dios divino y creador no existe".
Ha realizado estancias en Milán, París, Bruselas, El Salvador y Perú, pero el año en Roma, en el departamento de Historia, Teoría y Composición en 1993 "es una experiencia que cualquier arquitecto debe vivir". En 2006, su tesis sobre el paisaje como referente en la arquitectura contemporánea obtuvo el premio extraordinario de Doctorado. Al año siguiente, el Máster en Telecomunicaciones que realiza en la UPM de Madrid supuso el punto de partida de una línea de investigación relacionada con la inteligencia ambiental, que tiene que ver con la salud y la relación de los entornos con los enfermos crónicos de la tercera edad y personas con diversidad funcional.
En la actualidad, pertenece al Colegio de Docentes del Politécnico de Milán, donde estuvo contratado un semestre como profesor en 2003-4.
-En 2011 salió la primera titulada en Arquitectura por la Universidad de Málaga. Desde entonces solo lo han hecho 15 de los 75 alumnos de la primera promoción que entraron en 2005. Llamativo ¿no?
-Quizá sea por el proyecto fin de carrera, que no lo acaban en un año, sino en dos. Realmente, no sé si la comparación debía hacerse entre los que han entrado o los que se han matriculado en ese trabajo fin de carrera, ya que ha habido cuatro convocatorias y de los 17 que se matricularon, han salido estos 15. El resto está aún con el trabajo, sin embargo, este curso ya hay matriculados para presentarlo más de 30. Hay que entender que el alumno se enfrenta por primera vez a un trabajo que compendia todos los conocimientos de la carrera y que la agenda de trabajo se la tiene que marcar él. Es como un salto al vacío, pero que al mismo tiempo les ayuda a madurar como personas y profesionales. Además, hay alumnos muy condicionados si están trabajando.
-La profesión está que trina con el anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales
-Ese borrador es una barbaridad, porque suprime la reserva de actividad para hacer determinados proyectos, que ahora únicamente pueden hacer los arquitectos, porque son los que tienen las atribuciones profesionales. Con esta futura ley, los proyectos los van a poder hacer también los ingenieros y aparejadores, sin tener en cuenta el valor añadido que aporta el arquitecto: capaz de integrar tecnología, construcción, paisaje, ciudad y diseñarlo de acuerdo a las necesidades de un promotor, que es el que le encarga el proyecto. Cuando el Gobierno argumenta que es para una mayor liberalización, miente. No va haber más competitividad, sino menos calidad.
Este anteproyecto de ley contempla la arquitectura como construcción, una edificación que no tiene componente espiritual, sin alma. Había un profesor que decía: "Un cobertizo para guardar bicis es una construcción; una catedral es arquitectura", porque hay proporciones, transmite valores espirituales, afectivos, culturales, estéticos, económicos, sociales. La arquitectura no son solo los edificios que nos rodean, son algo más que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos. Es un intangible, pero existe. Cuando ese decreto contempla la arquitectura como un hecho meramente mecánico, no está entendiendo qué significa ser arquitecto ni respeta una disciplina con 2.000 años de historia. Por eso, nuestra clara oposición y la de todos los colegios profesionales de España a la nueva normativa.
-¿Qué opina de la polémica de los chiringuitos?
-Es un error de concepto, porque lo que tenían que haberse preguntado es qué es un chiringuito. No voy a entrar en la estética, pero cuando Norman Foster vino a España se quedó alucinado con el concepto de chiringuito, que es un sombrajo plano, algo efímero, informal, donde puedes estar descalzo, en bañador. ¿Qué es lo que se quiere hacer, chiringuitos o restaurantes de playa? Porque los precios también varían. Hace muchos años, Fomento convocó un concurso de chiringuitos en toda España y había soluciones muy divertidas, pero todas partían de lo que se entendía por chiringuito, una estructura efímera, que se podía desmontar. Además, el cañizo transpira, permite que entre y salga el aire, algo que no da un forjado de hormigón, y además puedes estar pisando la arena. Todo eso son intangibles sobre los que alguien tenía que haber reflexionado. Además, todos son iguales, cuando lo divertido es que cada uno sea de una forma.
El problema que se plantea ahora es que la ciudad no se reconoce en esos chiringuitos, no se identifica con ellos e intuye que le va a condicionar su modo de vivir la playa. Por ahí viene la polémica. No se ha tenido en cuenta lo intangible, la esencia. No lo enjuicio desde el punto de vista de la arquitectura, porque la reflexión es previa. El arquitecto ha hecho lo que el promotor ha pedido. Los promotores son un material de construcción tan importante como el ladrillo, el hormigón o el vidrio. La buena arquitectura está siempre hecha por un buen arquitecto y, sobre todo, por un buen promotor, que sabe lo que quiere y busca al técnico capaz de dar forma a su idea. Las administraciones que en su momento lo consensuaron debían haber tenido claro qué entienden por chiringuito. Es el promotor el que tiene que tener las ideas claras y debe buscar al técnico que sea capaz de llevarlas a cabo.
-¿Cuántas promociones de arquitectos tienen que salir para que veamos una Málaga vertebrada por el río Guadalmedina?
-Está claro que algo necesita, porque es una fractura que divide a una ciudad que principalmente se mueve de este a oeste. Es un espacio no resuelto que tiene Málaga, que necesita de una financiación potente, pero que al final serán las administraciones las que deban resolver y apostar, o no, por este proyecto.
-¿Necesita Málaga un edificio emblemático?
-No. La identidad de las ciudades las tienen que definir las propias ciudades y no necesitan de esta fiebre de los 'guggenheims'. Tienen su propia memoria y deben ser conscientes de ella. Los edificios tienen que resolver problemas a la ciudad, intentando que sean más habitables, más amables, se viva mejor. Los edificios no pueden ser estrellas. Este frenesí por buscar al arquitecto divino, al arquitecto estrella que deje su huella en la ciudad creo que no funciona. Se hizo en Bilbao con el Guggenheim, pero el concepto fue diferente, porque se trataba de rehabilitar las rías y se llamó a un gran arquitecto que realizó un magnífico proyecto, pero de ahí a extrapolarlo y que funcione en otro sitio es un error. Es pretencioso creer que un edificio de firma le da esa identidad. Toda esa fiebre que le ha dado a las ciudades por tener un edificio emblemático lo único que refleja es que no tienen claro cuál es el modelo de ciudad por el que deberían apostar. Málaga tiene el mar, la costa, una topografía cerca del mar, la dirección este oeste, la forma de vida, el sol... tiene una identidad particular que no necesita de edificios emblemáticos. Sé que Moneo tiene proyectado un edificio en Málaga, pero no creo que su edificio sea singular y responda a ese modelo.
-El estallido de la burbuja inmobiliaria ha impactado directamente sobre los arquitectos. ¿Cómo se sobrepone la profesión a esta crisis?
-Pues, reinventándose cada día. Trabajando el doble y ganando menos. Intentando encontrar elementos que la sociedad demande; formándonos en nuevas necesidades, en arquitectura sostenible, eficiencia energética, integrando las nuevas tecnologías, como la domótica, en los edificios, en definitiva, creando valor añadido. Además, los arquitectos están descubriendo nichos de mercado en los que pueden aportar soluciones, porque los periodos de crisis son también de oportunidades; sirven para profundizar y estudiar más y al final dar un producto con más calidad. Por eso, que Málaga tenga una Escuela de Arquitectura va a contribuir a que la calidad se incremente y se exporte. La recompensa llega, puede tardar, pero acaba llegando.
-Como arquitecto, ¿qué solución propondría para los Baños del Carmen?
-Restaurarlos. Este es un claro ejemplo de identidad de la ciudad, un espacio fantástico y los proyectos que he visto sobre él, no son los más adecuados. La zona verde, la valla, el propio edificio que tiene que conservar y rehabilitar. Es el valor frente al precio, no es un tema económico. La solución no está en echarlos abajo y hacer otra cosa, sino en pensar con imaginación, ingenio e innovación. No hablo de restaurar y fosilizar. Sin duda, habrá que buscarle la viabilidad económica, pero no dando una concesión que arrase como Atila, vendiendo que se van a crear no sé cuantos puestos de trabajo. Es un espacio deteriorado, pero es muy bonito, muy poético, es una de las pequeñas teselas que le da identidad a Málaga. El que explote ese espacio tiene que entender que tiene un valor intangible que debe conservar, por encima de la explotación económica.
-¿Veremos algún día rascacielos en Málaga, más allá de las torres proyectadas en Martiricos?
-Depende de la ciudad. Los rascacielos no son ni buenos ni malos. Depende de cómo y dónde se hagan. Lo primero que hay que preguntarse es si Málaga los necesita. Ahora está muy viva la polémica del rascacielos en Sevilla, hecho por uno de los mejores arquitectos, pero hubo una decisión previa de donde colocarlo y se optó por un paisaje asentado en la memoria colectiva. Los rascacielos surgen por una carencia de suelo en EE UU y confiar la modernidad de una ciudad a la construcción de este tipo de edificaciones me parece algo absurdo.
-¿Es partidario de terminar la torre que le falta a la Catedral de Málaga?
-No, claramente no. Ni la torre ni la cubierta y hablo desde mi propia experiencia de intervención en el patrimonio. Es un hecho que la torre de la Catedral de Málaga es con una sola torre; no estamos en el siglo XVI o XVII, reconstruirla en el mismo estilo no tendría sentido. Además, la Catedral con una única torre, fruto de los avatares de la historia, forma ya parte de la memoria. La discusión sobre si completarla o no solo lleva a la melancolía, no conduce a nada. Evidentemente, hay medios para recomponer los edificios como eran en origen, pero es que los edificios históricos son como el cuerpo de una persona, tienen cicatrices.
-¿Cómo y dónde haría el director de Arquitectura un nuevo edificio para esta escuela técnica?
-A mí me encanta que Arquitectura esté en el Centro de la ciudad, en relación directa y permanente con el casco histórico. Además, este edificio está muy bien, quizá los sótanos podrían ser un buen sitio para que los titulados pudieran desarrollar parte de su trabajo y estar en contacto con los alumnos y los profesores, una especie de 'co-working' que potenciaría las sinergias entre ellos. Pero si me pregunta cuál sería mi ubicación ideal, tengo claro que sería la playa (risas).
-¿Siguen teniendo los arquitectos la consideración social de antaño?
-Antes puede que sí, quizá hasta los años 70 u 80, porque era una sociedad donde no había técnicos y los que había estaban muy demandados. Ahora creo que no. Somos un profesional más. Además, me parece más interesante que te llamen por lo que tengas que aportar a la sociedad.

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