Las alturas y hechuras del urbanismo malagueño
Pasan los años y muchos malagueños siguen confundiendo el trapicheo urbanístico con la modernidad que sacará a Málaga del ´joyo´
Disculpen que un servidor entregue dos días seguidos, ración doble de opiniones urbanísticas, pero el freno de la Junta al hotelito de Moneo sigue provocando ríos ´de tinta´. Y sin embargo, en una tierra de desmadre urbanístico como Málaga es necesario, alguna vez que otra, poner puertas al campo.
Bienvenida sea una obra de Moneo o un diseño olvidado de Le Cobusier siempre que no descalabre el entorno, en este caso un edificio de altura no permitida junto al Centro Histórico.
Frenemos nuestras ansias provincianas por la altura o por la anchura, como si fueran las claves que nos catapultarán directamente al siglo XXII. Como recuerda el presidente de los arquitectos españoles, Carlos Hernández Pezzi, los rascacielos no son buenos ´de por sí´, si antes no se estudia bien dónde se van a levantar.
En Málaga esto último importa un pimiento y de hecho, ya hemos perdido por esta causa 20.000 metros cuadrados de zonas verdes en los terrenos de Repsol, una parcela muy poco propicia para albergar miles de oficinas, aunque sean colocadas una encima de otra.
Es curioso cómo pasan las décadas y en Málaga muchas veces se confunde el trapicheo urbanístico con ´lo moderno´. En los 70, el barrio de la Malagueta fue considerado un tributo vanguardista para la ciudad. ¿Cuántos sostienen en nuestro días este absurdo?
Bienvenidas sean las ideas innovadoras para Málaga, pero no ´espurreadas´ por ´la trama urbana´ sin orden ni concierto, con el objetivo primordial de hacer caja. En estos casos la innovación termina conviertiéndose en incordio secular. Como la Malagueta.
ALFONSO VÁZQUEZ La Opinión de Málaga. 10/10/08
No hay comentarios:
Publicar un comentario