Asomados al Centro
Balcones preñados del barroco civil, cierros de forja y de madera del siglo XIX, de obra del XX, neogóticos, renacentistas, neoclásicos. SUR recorre el casco antiguo desde los miradores de sus edificios
SIEMPRE corriendo, que el reloj apremia. O despistados, charlando o pensando en la siguiente parada que hay que ejecutar para no perder el día. La odiosa pulsación del tiempo. Ese tic-tac que atemoriza a los urbanitas día a día y que les impide, en muchos casos, disfrutar de todo lo que hay a su alcance. Y hoy, un día soleado y lleno del color de Málaga -que dicen los foráneos que es de un azul intenso y lleno de claridad- el aparejador de fábrica de la Catedral, Fernando Ramos, hace de guía de la ciudad y se asoma, en un paseo, por sus balcones, rejerías y cierros, esos que han servido y sirven a sus dueños para estar en la calle desde sus casas.El punto de inicio está en una de las calles más agradecidas de Málaga, esa donde se une la majestuosidad de la Catedral con los palacios barrocos y los edificios del siglo XIX, y donde su linealidad tampoco deja atrás el verde de los jardines del gran templo. Aquí en Cister, 1, en la casa palacio de los Gálvez hay que detenerse para observar la «serena balconada de la casa, con una ejecución fantástica», como resume en un abrir y cerrar de ojos Fernando y, el que observa la explicación, parece sentirse asomado al balcón corrido. «Fíjate, y en Málaga se ve en muchos ejemplos, no siempre las mejores casas tienen los mejores balcones, estos que son sublimes, sin embargo son sobrios», dice de la casa estilo renacentista de principios del siglo XIX.Y al lado, como escondido está el hospital de Santo Tomás, en la calle Santa María, 31, de estilo neomudéjar. Sin uso aparente pero con una fachada muy interesante y con balcones diferentes de forja labrada según de la planta de la que se hable. Este edificio, que se construyó en 1505 por el caballero adjunto a los Reyes Católicos Diego García de Hinestrosa (tal y como reza una leyenda en la pared) tuvo que se reconstruido tras el terremoto de 1884 y las obras finalizaron en 1991. Actualmente es una donación en uso a la iglesia.Planta principalA su vera, Santa María, 29 tiene un precioso balcón corrido en la planta principal, «que eran donde estaban las habitaciones nobles de la casa», como subraya Fernando.Y justo enfrente, uno de los paseantes se fija en uno de los cierros más curiosos de la ciudad, el del edificio que hace esquina con la calle Santa María y con Molina Lario. Es compacto desde la primera planta hasta la tercera, mostrando un elemento arquitectónico continuo. «Es curvo y de madera, con barandillas sencillas a modo de rejería», puntualiza el guía de excepción.Más adelante, en Molina Lario, 4, los balcones ponen el contrapunto al palacio de los Gálvez. Siendo este edificio de menor importancia, como subraya Fernando, sin embargo el balcón corrido del siglo XIX reviste mucha mayor riqueza con balaustres con muchas macollas (los elementos redondos o curvos que van enriqueciendo los barrotes de los balcones).Más adelante, en Denis Belgrano, 3, un balcón del barroco civil reviste enorme sencillez. «Mira, las ventanas son de tipo carcelera, y el soporte del balcón de hierro dulce», indica el guía.Pero, el siglo XX también ha dejado su huella. Así, en la calle Granada esquina con Echegaray tenemos un cierro en un edificio neoclásico. En este caso es de obra con ventanales de madera. Y para el que mira resulta muy acogedor. En la calle Echegaray, 3, no se puede dejar de pasar por uno de los balcones más originales de la ciudad, el de una casa neogótica, de un gusto exquisito. «El cierre es de fábrica de obra de ladrillo con decoraciones neogóticas, que son cárdinas (hojarasca). Eso en la primera planta, pero la arquitectura cambia en la segunda y en la tercera, algo que es muy habitual en el casco antiguo», según subraya Fernando. La primera planta o principal atesora los elementos más ricos, en la segunda, destinada a las habitaciones, disminuye la decoración, y en la tercera, que eran generalmente las habitaciones del servicio, es más sencilla, aunque sin romper con la fachada.Forja artesanalSin embargo, en la calle Granada, 44 se rompe este criterio. «Aquí, en esta entreplanta era donde estaba el servicio, y por abajo -dice Fernando señalando el piso bajo- era por donde entraban los carruajes. Aquí, la planta principal muestra un balcón corrido con una sublime peana de mármol». Tampoco se queda atrás el Colegio de Economistas en el número 41, en los que todos los balcones son de forja artesanal, como subraya Fernando Ramos, que también se detiene en «la magnífica puerta de entrada de madera labrada». Y el rodapiés es un dibujo continuo (coca) hecho de forja. De aquí, un pequeño salto a la calle Santiago, número 1. Aquí hay un buen ejemplo de balcón preñado del barroco civil, de esos que se contonean cuando se miran desde abajo. Sólo hay una pega, según hace ver Fernando, y es que el cierro, hecho a posteriori, no ha respetado las curvas de la rejería, algo que no se le escapa al experto o al observador incansable.En este paseo no se puede obviar el Palacio de Buenavista, sede del Museo Picasso. El balcón elegido da a la calle San Agustín, y es de forja. «El soporte de la peana descansa sobre elementos de forja, que acaban en cabezas y cuellos de cisne», señala Ramos. Este es un detalle difícil de observar y para apercibirse de ello hay que llevar al lado a un buen conocedor capaz de señalar con detalle los elementos.Y de ahí, un pequeño salto a la calle Santa María de nuevo, donde hay muy buenos ejemplos de balcones del siglo XIX con todo tipo de profusión de elementos, y también algún edificio polémico que rompe descaradamente la estética. Al llegar a la esquina de Sánchez Pastor hay que asomarse al número 6, donde hay un precioso edificio neomudéjar, que tiene unos balcones sencillamente espectaculares. De hierro forjado con una trabajada filigrana.Pero, en todo este recorrido no se puede dejar atrás el hierro fundido, y para esto hay que hablar de la ferrería de Los Heredia. Un buen ejemplo de los elementos que salían de esta industria son los cierros o miradores de la calle Granada, 15 de hierro fundido con un cristal moldeado, según indica Fernando. Otro buen ejemplo de balcón de hierro es del de la calle Luis de Velázquez, pero en este caso de hierro forjado con un rodapié de cenefa clásica. Mirar sin bajarUn paseo de miradores de hierro, de forja, fundidos, de fábrica de obra, neomudéjares, neoclásicos, renacentistas, del siglo XIX, del barroco civil, del XX. Un recorrido por los múltiples estilos que muestra el casco antiguo, y por esos balcones donde asomarse a la ciudad, donde desperezarse por la mañana para ver cómo anda el patio. Los que no están dentro, como los visitantes, se conforman con verlos desde la calle. Con observar sus formas y soñar historias de sus vecinos, de sus miradas, y llegar a una conclusión: cuando la edad no nos permita estar alegremente en la calle, uno de estos balcones es la mejor forma de bajar sin ni siquiera moverse. De observar la vida desde el mirador.
Diario Sur. Pilar R Quiros.28/10/07
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