cementerio inglés
Palabras de cariño para toda la eternidad
La británica Caroline Warren está realizando una tesis doctoral sobre los epitafios que pueden encontrarse en el Cementerio Inglés de Málaga
ALFONSO VÁZQUEZ. LA OPINIÓN DE MÁLAGA21/06/09
Las palabras no siempre se las lleva el viento, pueden permanecer grabadas durante siglos en el mármol de un lugar idílico como el Cementerio Inglés de Málaga, el primer cementerio protestante de España, fundado en 1830.
Desde hace dos años, la filóloga inglesa Caroline Warren, malagueña de adopción hace 35 años y casada con un malagueño, lo recorre con una mirada distinta, descubriendo la historia, el estilo y los secretos de las lápidas que descansan en la tierra. El paciente trabajo se convertirá en su tesis doctoral y espera verlo publicado algún día, "sobre todo para hacer conocer este lugar a los malagueños, que lo conocen poco".
La investigadora explica que la llegada de los cementerios públicos, dejando atrás las iglesias, hizo posible que las lápidas aumentaran de tamaño y los escuetos datos del fallecido pudieran enriquecerse con reflexiones y citas.
Quizás el ejemplo más completo de epitafio, "lingüísticamente un relato", sea la lápida del doctor Noble. La lápida, en inglés, está casi irreconocible por la suciedad, de ahí que no aparezca en el reportaje. "Lo pude leer un día después de la lluvia", cuenta Caroline. El epitafio narra cómo el médico británico, miembro del Parlamento y con una mansión cerca de Leicester, murió de cólera en España "después de unas pocas horas de enfermedad". Los hijos, "incapaces de trasladar los restos de su amado padre a su tierra natal", señalaron el lugar en el que su cuerpo había sido llevado a la tierra, "con la seguridad y esperanza en la vida eterna a través de nuestro Señor Jesucristo". La muerte del doctor Noble acarrearía la fundación por sus descendientes del famoso Hospital Noble, para atender a los marinos extranjeros.
Caroline Warren explica por esta lápida la tendencia del XIX a resaltar los cargos, sobre todo de profesiones entonces tan prestigiosas y minoritarias como la de médico, además de citar la dirección del fallecido, en caso de que fuera terrateniente. Este tipo de lápidas se centran pues en la posición social del fallecido.
La llegada del Romanticismo dejará en las lápidas del Cementerio Inglés hermosas citas literarias. Hay una muy bella de Thomas Hardy e incluso una de Shakespeare que enriquece el epitafio de Nigel McKechnie, fallecido a los 32 años en 1893. La cita, de ´Antonio y Cleopatra´ reza: "Lo que es valiente y noble lo hacemos, y haced que la muerte tenga el orgullo de llevarnos".
Otro rasgo de Romanticismo puede verse en la zona más antigua del cementerio, separada del resto por un muro al que se accede por una cancela. La tumba de Mary Anne, muerta cuando tenía un año en 1842, hija de Robert y Sophia Howard, cuenta con un bello epitafio, un poema que Caroline Warren no ha podido localizar y que deduce que se trata de unos versos escritos por alguno de los padres para la hija. Como curiosidad, se trata de la única inscripción del Cementerio Inglés con las letras inclinadas hacia la izquierda, "hacia atrás". El poema es muy emocionante y habla del feliz bebé que "se durmió en Jesús". "La influencia de la Literatura en esa época era muy fuerte", subraya.
Por cierto, la investigadora ha encontrado más citas bíblicas en la parte protestante del cementerio que en la parte católica. Con respecto a la mujer, destaca que en el siglo XIX suele salir únicamente como fiel esposa, hija o familiar de algún hombre. En el caso de Annie Margaret, muerta en 1913, como la "querida y amada esposa del mayor George Langworthy", el famoso pionero de la Costa del Sol, conocido como ´el inglés de la peseta´ por su generosidad. Lo curioso es que a la hora de enraizar en un sitio a la fallecida, aparece el nombre de Santa Clara, Torremolinos, el hogar malagueño de la pareja y no la dirección inglesa. Para la profesora Warren es un símbolo de la adaptación de los extranjeros a Málaga.
A este respecto, la tumba de su marido George, con epitafio en español y encargada por su "servidumbre" tiene mal escrito el nombre (´Gorge´ y no ´George´). Las faltas ortográficas son muy comunes en el cementerio, cuando se trata de inmortalizar nombres o frases en un idioma distinto al de quien encarga la lápida. Hay un buen ejemplo de un epitafio en francés e inglés, encargado por una viuda francesa la muerte de su marido, escrito en un inglés muy alejado de la gramática.
Capítulo aparte merecen las lápidas de militares, muy numerosas en este histórico recinto. "Se trata de un lenguaje muy frío, muy castrense, el rango predomina sobre los nombres, que están representados por iniciales", cuenta Caroline Warren. Tres aviadores y un marino, fallecidos durante la II Guerra Mundial, descansan alienados en el cementerio. Ni siquiera los epitafios se libran de la formalidad pues una de las lápidas cuenta con una cita del almirante Nelson: "Inglaterra espera este día que cada hombre cumpla con su deber".
A partir de los años 60, los epitafios cambian y ya se aprecia un estilo que resalta elementos personales o íntimos del fallecido, "a veces dirigido a la persona enterrada o a quien lo lea". De este último tipo es la lápida dedicada a Beatrice Elizabeth Brimble, a quien una pequeña lápida aparte recuerda como una persona amante de los gatos y los libros. De la clase de lápida muy personal existe un epitafio en el que un ´conejito´ saluda a su ´conejita´. Los tiempos cambian incluso en lo que parece imperturbable. "Hay que tener mucho tacto para comentar porque hay informaciones que pertenecen a la intimidad", explica.
Caroline Warren comenzó con un primer análisis de 154 tumbas y calcula que el trabajo le llevará a analizar unas 400. Nombres, profesiones, títulos (hay un barón enterrado, casado con la hija de Winston Churchill), apellidos, diminutivos, encabezamientos... la investigadora hará además un trabajo comparativo con cementerios de la época en Inglaterra para dar más lustre a los secretos escritos del Cementerio Inglés de Málaga.
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