lunes, 15 de marzo de 2010

La trama del Astoria: ¿enredo, interés, fracaso?



El edificio de la plaza de la Merced continúa en desuso tras diversos proyectos malogrados. Fuentes cercanas a la negociación relatan las claves del desencuentro entre los protagonistas: la inmobiliaria Baensa, el perjudicado

LUCAS MARTÍN Rechazos inesperados, intrigas, conspiraciones, mano negra. Parecen los ingredientes de una novela de palacio, pero es el presente de uno de los edificios más representativos de Málaga. El Astoria languidece. La herrumbre silencia a la pantalla. Desde su última función han surgido proyectos equívocos, rumores, un enjambre político que se prolonga ya casi seis años. ¿Cuestión de mala suerte? Muchas voces invitan a trastear más allá de las versiones oficiales.



El último desencuentro entre el Ayuntamiento y Unicaja es sólo un capítulo de un enredo mayúsculo, de extenso reparto. El inmueble presentaba un futuro alejado del celuloide, pero aparentemente meridiano. Pocos meses después del cierre, se presentó una propuesta. Apartamentos de lujo y un espacio reservado para la ampliación de la Fundación Picasso. Los papeles se repartían en una miríada de actores sobradamente conocidos para el público local: el Consistorio, la inmobiliaria Grupo Baensa y Unicaja.



1. Primer acuerdo

El gabinete de De la Torre había dado un golpe de efecto. Una vez disipadas las críticas por la clausura de los cines, la enésima en menos de un año, rubricó un plan apetitoso con la promotora, que, además, se comprometió a remozar el entorno de Mundo Nuevo. La financiación corría a cargo de la caja de ahorros. El plan inicial saltó a la palestra sin mácula: los bajos se destinarían al museo; el resto, una comunidad privilegiada con vistas a la plaza de la Merced.



2. Obstáculo

El primer obstáculo surgió en los despachos. La ubicación del museo era inviable. La caja de ahorros había adquirido la zona comercial, que reservaba para oficinas bancarias. Las cuentas ya no eran tan fáciles. Baensa no estaba dispuesta a renunciar a la propiedad de las plantas acordadas. No había sitio para la Fundación Picasso. ¿Solución? Elevar la altura del edificio. Ahí interviene la Junta de Andalucía. Su rechazo es contundente. El edificio supera las medidas recomendadas en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI). Los hombres de De la Torre, con Manuel Díaz a la cabeza, no se rinden. Encomiendan la modificación del proyecto a un arquitecto reputado, conocedor, como pocos, de los requisitos de la administración autonómica. De nuevo, el resultado es negativo. El Gobierno Andaluz se muestra inflexible, aduce una alteración del entorno que, según el PP, apenas se cifra en unos pocos centímetros.



3. Sospechas

La confrontación se recrudece en la prensa. El concejal de Urbanismo, Manuel Díaz, no oculta su decepción. Los periodistas reciben llamadas interesadas en conservar el anonimato, muchas desde las propias filas de la Junta de Andalucía, que aconsejan investigar en el caso. Fuentes afines a los populares opinan que el Ayuntamiento actuó con excesiva ingenuidad. "Pensaban que como la Junta también forma parte de la Fundación Picasso les facilitarían el trabajo. No se imaginaban esta jugada sibilina", dicen. En el PSOE hay visiones encontradas. Las más cercanas a la actual dirección atribuyen a De la Torre una maniobra política, de calado electoralista. "Sabían que no le iban a aceptar la propuesta, que estaba fuera de la ley e insistieron para dejar en mal lugar, como siempre, a la Junta".



4. Víctima

La polémica se apagó pronto. El Ayuntamiento, contra todo pronóstico, no quiso hacer sangre. El proyecto se venía abajo con una ingente cantidad de dudas razonables. Los propietarios de Baensa empezaron a desesperarse.

El grupo inmobiliario se siente víctima del proceso. No parece que sobreactúe. El retraso, posterior a la inversión, les hizo perder mucho dinero. En plena crisis. Con el ladrillo a la deriva. La firma poseía el edificio nuclear del entorno de la plaza del Teatro, la esquina de la calle Comedias, reconocible hoy por su fachada desnuda, francamente perecquiana. Allí apenas se mueven las máquinas. Un cartel alerta del cambio de propietario. Algunas voces sostienen que el inmueble pertenece ahora a uno de los agentes que participaron en el malogrado proyecto de ampliación de la Fundación Picasso. Fuentes cercanas al caso añaden más leña a la incógnita del Astoria, cuestión de mala suerte, de Watergate provinciano. "A Baensa lo han tratado a la usanza innoble de los pueblos. Un empresario que llega de fuera y que acaba esquilmado por los caciques locales. Es intolerable", resalta.



5. Nuevo enredo

La incertidumbre sobre el futuro del Astoria no se zanjó con el primer fracaso. El pasado año, el equipo de gobierno local anunció inopinadamente su adquisición. El objetivo, descartada la ampliación de la Fundación Picasso, era la construcción de una infraestructura cultural, todavía indeterminada. Su socio, de nuevo, Unicaja. Hace apenas una semana, la caja de ahorros se desligó del proyecto. Las mismas fuentes apuntan, otra vez, a los despachos. Se rumorea con una permuta de solares, con la falta de entendimiento en la explotación del edificio, con la eterna deuda de los terrenos del CAC Málaga. El Consistorio lanza el epílogo: dice que no se arredra, que marchará en solitario. La esquina de mayor solvencia cinematográfica de la capital se atora en su última obra, suspense, rompecabezas, silencios, quizá también trampas.

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