Foto:Carlos Criado |
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Seguramente es el templo barroco por antonomasia de Málaga. La iglesia de San Felipe Neri, en pleno centro histórico, ha recobrado el esplendor dieciochesco de antaño a partir de una completa rehabilitación del interior del templo y una firme apuesta por la calidad artística de esta joya del XVIII.
El artífice de este espectacular cambio tiene nombre y apellido. El empeño del Obispo de Málaga, Jesús Catalá, impulsó desde un principio este ilusionante proyecto. Su tesón y su «seguimiento personal» han posibilitado que este ejemplo arquitectónico del barroco brille ya con luz propia. «Sin su implicación total no habría sido posible», recalca el arquitecto técnico y responsable de estas obras, Pablo Pastor. De hecho, esta rehabilitación, que ha ejecutado ORP, ha salido adelante gracias a la inversión del Obispado con una ayuda del Ayuntamiento, que ha rozado en total el medio millón de euros.
Más de cincuenta personas han trabajado durante más de un año de obras en la parroquia de la calle Parras, entre carpinteros, pintores, albañiles, restauradores, electricistas...Y ayer muchos de ellos remataban los detalles en el templo, que será inaugurado el próximo 27 de noviembre en una misa oficiada por el obispo. Por ello, las tres cofradías con sede en esta parroquia –Sangre, Salutación y Santa Cruz– regresarán de forma separada entre este fin de semana y el próximo.
Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos de este resurgimiento de San Felipe Neri ha sido la restauración y puesta en valor de diversas piezas religiosas, de la mano de Enrique Salvo Rabasco, y la incorporación de otras nuevas, gracias a las manos expertas de los escultores Raúl Trillo y Salvador Lamas y el pintor Raúl Berzosa, que han plasmado su esencia original, en ambos casos gracias a las fotografías del Archivo Temboury.
Así, en la zona primitiva de la iglesia, la del presbiterio, van a lucir seis tablas de grandes dimensiones, pintadas por Berzosa, quien se ha convertido en un cotizado pintor y ya ha exportado su creatividad a los Estados Unidos, con la pintura de una Anunciación para una catedral de Dakota del Norte. Los dos óleos sobre tabla de la parte central recrean escenas de la vida de San Felipe Neri: Éxtasis de San Felipe y La visión de la Virgen María. Las cuatro restantes exhiben escenas de la Resurrección de Cristo: La cena de Emaús, La aparición de Cristo a María Magdalena, La incredulidad de Santo Tomás y Aparición en Galilea.
El tabernáculo del altar mayor, realizado por el arquitecto José Martín de Aldehuela en 1790 [cinco años antes acabó la construcción de la ampliación del templo] también ha cambiado su imagen. Ayer mismo se colocaba la escultura que simboliza la fe, obra de Raúl Trillo y Salvador Lamas, coronando el tabernáculo. Los escultores comentan que la pieza luce los atributos característicos (cáliz, cruz y venda) y ha sido realizada en madera policromada y estofada. Ellos también son los autores de dos ángeles que se colocarán en unas peanas en el altar mayor.
Ambas tallas recrean el estilo escultórico de Fernando Ortiz. Otra de las nuevas esculturas es el crucificado del interior del baldaquino del altar mayor y un San Felipe Neri nuevo, que exhibía ayer ya en su capilla su iconografía propia, como el color burdeos original para la casulla o el bonete en el pie en referencia a la Orden Filipense.
Enrique Salvo Rabasco se ha encargado de la restauración de las piezas antiguas que se conservaban en la iglesia, especialmente el crucificado del XVII y la cruz original con remates en pan de plata, que presiden el altar mayor de la capilla subterránea, que tendrá un uso litúrgico. Aquí, la piedra del altar ha sido donada por el Seminario Diocesano. Salvo Rabasco también ha recuperado otro crucificado del XVIII para la sacristía, un San Juanito, que irá en el baptisterio, un cuadro del XIX, que es una copia del Pasmo de Sicilia, obra del pintor renacentista Rafael (se colgará detrás del altar mayor, debajo de una Inmaculada), y el Cristo de los Afligidos, terracota policromada del XVIII, que se salvó de los sucesos acaecidos en la iglesia en 1931 y 1936. Los trabajos in situ, como la restauración de la pila bautismal, han sido ejecutados por la empresa Tarma.
Junto a la capilla subterránea se ha habilitado un columbario con 132 nichos para las cenizas de los difuntos y se han recuperado las pinturas murales originales con formas geométricas aparecidas en el acceso al mismo. También llama la atención la claridad que luce el templo gracias a la iluminación y la pintura y la unificación del diseño. Prueba de ello, es la homogeneidad de las capillas de las tres cofradías, comenta Pastor, quien destaca el importante papel que ha jugado en esta recuperación artística el sacerdote y experto en arte José Luis Linares.
ALEJANDRA GUILLÉN Seguramente es el templo barroco por antonomasia de Málaga. La iglesia de San Felipe Neri, en pleno centro histórico, ha recobrado el esplendor dieciochesco de antaño a partir de una completa rehabilitación del interior del templo y una firme apuesta por la calidad artística de esta joya del XVIII.
El artífice de este espectacular cambio tiene nombre y apellido. El empeño del Obispo de Málaga, Jesús Catalá, impulsó desde un principio este ilusionante proyecto. Su tesón y su «seguimiento personal» han posibilitado que este ejemplo arquitectónico del barroco brille ya con luz propia. «Sin su implicación total no habría sido posible», recalca el arquitecto técnico y responsable de estas obras, Pablo Pastor. De hecho, esta rehabilitación, que ha ejecutado ORP, ha salido adelante gracias a la inversión del Obispado con una ayuda del Ayuntamiento, que ha rozado en total el medio millón de euros.
Más de cincuenta personas han trabajado durante más de un año de obras en la parroquia de la calle Parras, entre carpinteros, pintores, albañiles, restauradores, electricistas...Y ayer muchos de ellos remataban los detalles en el templo, que será inaugurado el próximo 27 de noviembre en una misa oficiada por el obispo. Por ello, las tres cofradías con sede en esta parroquia –Sangre, Salutación y Santa Cruz– regresarán de forma separada entre este fin de semana y el próximo.
Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos de este resurgimiento de San Felipe Neri ha sido la restauración y puesta en valor de diversas piezas religiosas, de la mano de Enrique Salvo Rabasco, y la incorporación de otras nuevas, gracias a las manos expertas de los escultores Raúl Trillo y Salvador Lamas y el pintor Raúl Berzosa, que han plasmado su esencia original, en ambos casos gracias a las fotografías del Archivo Temboury.
Así, en la zona primitiva de la iglesia, la del presbiterio, van a lucir seis tablas de grandes dimensiones, pintadas por Berzosa, quien se ha convertido en un cotizado pintor y ya ha exportado su creatividad a los Estados Unidos, con la pintura de una Anunciación para una catedral de Dakota del Norte. Los dos óleos sobre tabla de la parte central recrean escenas de la vida de San Felipe Neri: Éxtasis de San Felipe y La visión de la Virgen María. Las cuatro restantes exhiben escenas de la Resurrección de Cristo: La cena de Emaús, La aparición de Cristo a María Magdalena, La incredulidad de Santo Tomás y Aparición en Galilea.
El tabernáculo del altar mayor, realizado por el arquitecto José Martín de Aldehuela en 1790 [cinco años antes acabó la construcción de la ampliación del templo] también ha cambiado su imagen. Ayer mismo se colocaba la escultura que simboliza la fe, obra de Raúl Trillo y Salvador Lamas, coronando el tabernáculo. Los escultores comentan que la pieza luce los atributos característicos (cáliz, cruz y venda) y ha sido realizada en madera policromada y estofada. Ellos también son los autores de dos ángeles que se colocarán en unas peanas en el altar mayor.
Ambas tallas recrean el estilo escultórico de Fernando Ortiz. Otra de las nuevas esculturas es el crucificado del interior del baldaquino del altar mayor y un San Felipe Neri nuevo, que exhibía ayer ya en su capilla su iconografía propia, como el color burdeos original para la casulla o el bonete en el pie en referencia a la Orden Filipense.
Enrique Salvo Rabasco se ha encargado de la restauración de las piezas antiguas que se conservaban en la iglesia, especialmente el crucificado del XVII y la cruz original con remates en pan de plata, que presiden el altar mayor de la capilla subterránea, que tendrá un uso litúrgico. Aquí, la piedra del altar ha sido donada por el Seminario Diocesano. Salvo Rabasco también ha recuperado otro crucificado del XVIII para la sacristía, un San Juanito, que irá en el baptisterio, un cuadro del XIX, que es una copia del Pasmo de Sicilia, obra del pintor renacentista Rafael (se colgará detrás del altar mayor, debajo de una Inmaculada), y el Cristo de los Afligidos, terracota policromada del XVIII, que se salvó de los sucesos acaecidos en la iglesia en 1931 y 1936. Los trabajos in situ, como la restauración de la pila bautismal, han sido ejecutados por la empresa Tarma.
Junto a la capilla subterránea se ha habilitado un columbario con 132 nichos para las cenizas de los difuntos y se han recuperado las pinturas murales originales con formas geométricas aparecidas en el acceso al mismo. También llama la atención la claridad que luce el templo gracias a la iluminación y la pintura y la unificación del diseño. Prueba de ello, es la homogeneidad de las capillas de las tres cofradías, comenta Pastor, quien destaca el importante papel que ha jugado en esta recuperación artística el sacerdote y experto en arte José Luis Linares.
Alejandra Guillen . La Opinión.
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