Aun podemos frenar uno de los mayores desastres urbanísticos previstos para el Centro Histórico de Málaga. Foto: Málaga REC |
Cinco minutos más, suplica el mal estudiante ante el ademán del profesor de retirarle el examen, una vez cumplido el tiempo para terminarlo. Cinco minutos más, en un intento vano de remediar en el último momento la falta de aplicación durante los meses anteriores. ¿Quién no recuerda haberse visto en semejante trance alguna vez en su adolescencia? Luego maduramos y asumimos la futilidad de nuestros anhelos por estirar los plazos de nuestras obligaciones frente a entes bastante más implacables que nuestro viejo maestro, como la Agencia Tributaria, el Ayuntamiento o nuestro banco. Sin embargo, la actualidad nos ha regalado esta semana algunos ejemplos surrealistas de estas actitudes, que resultarían cómicos si no se tratase de unos asuntos tan serios: el alcalde en funciones de Córdoba, sin ir más lejos, ha pedido una prórroga al resto de las formaciones políticas para que dejen gobernar a su partido «hasta el mes de diciembre». Más cerca, el más difícil todavía: no uno, sino dos aplazamientos improrrogables lleva ya solicitados la promotora Braser ante el incumplimiento de los compromisos contraídos con la ciudad en el marco de un convenio urbanístico. Es ésta una cuestionada operación que propiciaría la profunda alteración de la zona de Hoyo de Esparteros, la demolición del edificio de La Mundial y la construcción de una desproporcionada edificación firmada por el arquitecto Rafael Moneo. Una desproporción de una magnitud tal que sólo será evidente cuando el desaguisado esté consumado; El Algarrobico también quedaba muy mono sobre el plano, y los argumentos esgrimidos en su defensa eran los mismos. Aquí aún estamos a tiempo: el destino –y la incomparecencia del interesado– ponen en bandeja la oportunidad de detener este despropósito. Se acabó el tiempo, entreguen el examen ya. Publicado en La Opinión de Málaga
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