CITA EN EL SUR
PGOU de feria
14.08.2008 - TEODORO LEÓN GROSS
HOY el alcalde va a ganar la batalla del Plan General de Ordenación Urbana sin despeinarse, como en los westerns clásicos. Con la confianza desahogada de tener todo bajo control, presenta el documento en mitad del ferragosto bajo el sopor del terral, en vísperas de Feria, con la ciudad entre los fuegos artificiales y el rebalaje donde robar al Mediterráneo una ola de refresco. Emboscado en las vacaciones, el alcalde va a darle otra vuelta de tuerca al futuro de la ciudad y después se sumergirá a diario en un baño de multitudes recorriendo el Real como una 'prima donna'. Desde hace años -y es impredecible por cuanto tiempo más- ha logrado el estado perfecto para un político: hacer un discurso cautivador, lleno de retórica cartesiana y ética calvinista, muy pero que muy creíble aun siendo muy pero que muy irreal. Sería capaz de vender Caspa a Granel como si se tratara de 'Esencia de Modernidad'. El PGOU quizá sea eso, formulado bajo los señuelos de la vanguardia y la sostenibilidad.
El éxito del alcalde, con todo, se desliza sobre la torpeza de la oposición. En ningún momento la izquierda ha logrado dar solidez a su crítica y ofrecer una alternativa. A lomos del noísmo, como en el cuento '¿Qué viene el lobo!', ese no perpetuo ya no atrae a nadie. Qué paradoja: Alcaldía da la bacalada pero la oposición es la que no resulta creíble. Es el problema del abuso torpe de la demagogia -caso de Arraijanal, donde piden firmas en lugar de pedir al Gobierno que ponga dinero para expropiar- y de mirar atrás, como una 'oposición de casamata', demonizando las torres. Con toda seguridad, si en Martiricos, en vez de una torre y un parque de casi treinta mil metros cuadrados, todo aquello siguiera igual pero con edificios de cinco plantas, se habrían callado. Han convertido la altura en un mito oscuro, como algunos pastores cuáqueros en los EEUU de un siglo atrás, tipos grises predestinados a perder la batalla del futuro.
Nota bene. - Hay una cuestión sin resolver: mientras los feriantes disfrutan, ¿los no feriantes a qué distancia de seguridad dejan de verse alcanzados por la onda expansiva de la Feria? Hay quien recomienda huir al menos a otro continente, pero seguramente basta con refugiarse en casa, a la sombra de un árbol donde dé la vuelta el aire, y leer con zumo de tomate frío. En fin, toca retirarse: este es ya el último artículo de la temporada.
Publicado en Diario Sur. 14/08/08
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