En la Trinidad todavía se encuentran restos de la preciosa Colonia de San Eugenio, un proyecto de 1918 firmado por Guerrero Strachan que fue impulsado por el promotor Eugenio García Serrano
ALFONSO VÁZQUEZ Una de las colonias obreras menos conocidas de Málaga, salvo por los vecinos de la Trinidad, es la Colonia de San Eugenio, impulsada desde 1889 hasta 1930 por Eugenio García Serrano, propietario de los terrenos, que ofrecía el solar y los materiales para que los vecinos levantaran sus casas, pagando un alquiler mensual, según explican María Inmaculada Hurtado y Antonio Jesús Santana, en un trabajo publicado en la revista ´Isla de Arriarán´. La colonia, habitada en los orígenes por jornaleros y trabajadores de la fábrica Salyt y los tejares de Monte Pavero, era un verdadero barrio ´autosuficiente´, con panadería, barbería, taberna, colegio guardería y carbonería que también funcionaba como tienda de comestibles. Los diseños de las viviendas son obra del famoso arquitecto Fernando Guerrero Strachan, de 1918, según consta en la escritura de propiedad de las viviendas, de 1929.El carácter de núcleo cerrado se reforzaba con una serie de arcos que delimitaba la colonia, dos de ellos con puertas. En la actualidad sólo permanece uno de ellos, con restos de madera en lo alto, en la calle principal. Esta calle principal, en la actualidad Pacheco Maldonado, llevaba el nombre del dueño, Eugenio García Serrano, que puso el nombre de familiares a todas las calles de esta colonia, en forma de cruz. Él mismo vivía en la actual calle Pajaritos, en una enorme casa llamada la ´casa grande´ por los vecinos. "Tenía árboles frutales", recuerda Francisco Jiménez ´Paky´, cuyo abuelo llevaba la panadería de la colonia, un negocio que todavía continúa aunque desplazado a otra calle próxima.Juana González, que lleva viviendo 46 años en San Eugenio, recuerda el empedrado que tenían las calles y las cruces de mayo que se celebraban junto al arco de su calle, Pacheco Maldonado. "Una vez ganamos un concurso de cruces de mayo y el alcalde fue a darnos un premio, pero los vecinos le pidieron que asfaltara la calle", recuerda. Uno de los detalles más curiosos de la Colonia de San Eugenio son los paneles de cerámica con las normas vecinales. El más grande de ellos iba a desaparecer por las obras en un edificio, pero al final pudo ser salvado. Los vecinos están a la espera de que se reponga cuanto antes en la colonia. En ese gran panel podía leerse, entre otras cosas, que los habitantes de San Eugenio podrán criar "gallinas, conejos y cabras, siempre que estos animales tengan sus respectivas viviendas, nunca en la vía pública, quedando prohibido tener cerdos". Otra disposición destacaba que "la mejor prueba de cultura que pueda darse en la Colonia es la buena armonía entre los vecinos, quedando prohibido promover escándalos". Todavía quedan dos mosaicos ´normativos´ escoltando al arco superviviente. Uno de ellos establece multas de una a cinco pesetas por arrojar basura a la calle, precisando que la sanción se aplicará "a fines benéficos". A la muerte de Eugenio García Serrano, la Colonia pasa a ser propiedad de las Hermanitas de los Pobres, que venden la casa a Trinidad Lara y en 1950 esta propietaria vende las casas a los inquilinos. A pesar de que las viviendas fueron diseñadas por Guerrero Strachan, continúa autorizándose la demolición de algunas casas en las que se emplearon, entre otros materiales, tejas de la Colonia de Santa Inés. Un pedazo muy poco conocido de la historia del Urbanismo y del pasado obrero de nuestra ciudad.
Alfonso Vazquez -La Opinón de Málaga 28/12/08
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