lunes, 23 de febrero de 2009

La foto fija.

EL Gobierno y el Ayuntamiento han vuelto a reprocharse, una vez más, que la licencia para la Aduana esté empantanada en una ciénaga burocrática desde hace dos años. Como en el juego popular de 'la sogatira' en el que dos bandos tiran de los extremos de una cuerda hasta arrastrar y hacer caer a los adversarios, el Gobierno hace presión mediática con la Aduana mientras el Ayuntamiento estira los plazos con más exigencias documentales. Entretanto, las piezas continúan almacenadas en un desván y han caducado los calendarios para transformar el gran caserón neoclásico en Museo Arqueológico y de Bellas Artes. Y al cabo da igual si la licencia está atascada por la técnica burocrática de dilatar los plazos o retorcer los requerimientos, dos modalidades muy carpetovetónicas ya descritas por Larra en su 'Vuelva usted mañana' y denunciadas aún aquí por el Defensor del Ciudadano; más allá del infierno burocrático habitual de tramitar una licencia en Málaga en un laberinto de informes, sellos, certificados y pólizas -ahí han naufragado centros culturales, hoteles o proyectos de interés social- el Ayuntamiento está bajo sospecha de actuar por intereses políticos poco confesables para empantanar un proyecto a contracorriente de sus planes.
La paralización del Museo Arqueológico/Bellas Artes por demás ofrece una foto fija bastante devastadora de la capitalidad cultural aunque ésta aflore recurrentemente en la retórica oficial como una letanía hipnótica, como el estribillo euforizante de una misa gospel, como un mantra para la felicidad colectiva. Ahí está el Echegaray, el hermoso teatro que una vez restaurado ya está en almoneda para acabar subastado al mejor postor porque el Ayuntamiento no tiene fondo para gestionarlo; o la ampliación del CAC retardada 'sine die' cuatro años después de que Moneo entregara sus ideas. El Ayuntamiento repite y repite la salmodia de la Capitalidad Europea de la Cultura pero todo parece destinado a quedar en un eslogan sin fondos y un logotipo sin alma.
18.02.2009 - Diario Sur
TEODORO LEÓN GROSS

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