jueves, 7 de enero de 2010

El museo del Palacio de Villalón recupera en su sótano restos de la Málaga romana

Lo que esconde el Thyssen



28.12.2009 - FRANCISCO GUTIÉRREZ
Gran muro de sillares de arenisca, de época romana, que se integrará en el falso túnel que dará acceso al área expositiva del sótano del museo. :: ÁLVARO CABRERA De la pintura del XIX a la Málaga romana. El Museo Thyssen de la capital ofrecerá al visitante la posibilidad de bucear en el pasado remoto de una ciudad que, por su situación estratégica, atrajo a colonizadores de todo el arco Mediterráneo, desde los fenicios de las costas del actual Líbano a los árabes del Norte de África pasando, claro está, por los romanos.

Las excavaciones en el Palacio de Villalón y los edificios anexos con los que se amplió la superficie del Museo Carmen Thyssen de Málaga han ofrecido interesantes datos sobre el pasado de la ciudad, de tal manera que se ha realizado un proyecto de integración de los mismos en el sótano del edificio y se trabaja en la definición de un programa de interpretación y difusión de este espacio arqueológico para mostrar, mediante una visita a estos restos arqueológico, el pasado romano de la ciudad.

Aunque la excavación arqueológica ha retrasado la ejecución de las obras, el resultado final es muy satisfactorio y «sorprenderá a los visitantes», afirma José María Gómez Aracil, que dirige la oficina municipal que controla y coordina las obras en el museo. «En Málaga no hay una planta arqueológica de esta extensión. Será espectacular», adelanta Gómez Aracil.

Mantener estos restos arqueológicos y hacerlos visitables para el público obligó a modificar el proyecto inicial, de tal manera que en vez de dos sótanos el edificio sólo tendrá éste.

Los trabajos se han realizado con «precisión milimétrica» y «cumpliendo estrictamente las pautas que nos han ido marcando desde la Delegación de Cultura». Hasta tal extremo que, explica Gómez Aracil, se han desmontado estructuras completas de época romana, como sillares y muros, para poder montar los micropilotajes sobre los que se está levantando la estructura de acero.

En los patios y el propio solar se acumulan decenas de sacos de grandes dimensiones. Contienen las piezas que han aparecido en el transcurso de la excavación y que en breve serán repuestos en su localización original. «Los arqueólogos han realizado un trabajo muy meticuloso, tomando datos al milímetro para que ahora todo vuelva a su lugar original», señala José María Gómez.

Desde el primer momento se contempló el estudio arqueológico en el Palacio de Villalón. Por los resultados de excavaciones en solares cercanos se tenía la certeza de la presencia de restos también en esta zona, aunque no de esta magnitud. La empresa Yamur, con los arquitectos Pedro Gurriarán y Salvador García como responsables, realizó el análisis estructural y de evolución del edificio principal.

Construido a principios del siglo XVI, surgió con los Repartimientos tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos. El palacio fue residencia de distintas familias aristocráticas, como los Villalón y los Mosquera, a cuyos apellidos debe su nombre -el palacio se conocía indistintamente como Villalón y Mosquera-. Su último uso fue como comercio, Establecimientos Álvarez, dedicado a la venta de loza y cristal. A mediados del siglo pasado se cubrió todo el exterior con 'gresite' y se colocaron falsos techos de escayola, lo que en parte ha permitido que los artesonados mudéjares hayan sobrevivido al expolio que afectó posteriormente a buena parte del edificio. Y es que, abandonada esta actividad comercial en los años ochenta, el edificio entró en un progresivo estado de abandono y ruina. Hasta tal punto que en el año 2000 el Ayuntamiento inició los trámites para expropiar el palacio. Cuando los técnicos municipales descubrieron los artesonados mudéjares que se escondían tras los falsos techos de escayola se planteó ya la rehabilitación del edificio, primero como oficinas municipales y luego como museo de Historia de la Ciudad, hasta que en 2007 se hicieron públicas las negociaciones con la baronesa Thyssen para instalar en este edificio parte de su colección de arte.

Conforme maduraba el proyecto del museo se han ido ganando metros para espacio expositivo, de tal manera que al palacio se han sumado cinco solares más, los números 6 y 8 de la propia calle Compañía -de nueva construcción y pegados a la iglesia de los Jesuitas-, los números 4 y 6 de la calle de los Mártires y el número 11 de la calle de San Telmo.

Columnas originales

Con pequeños cortes se definió la estructura original del patio principal, de planta cuadrada, y se documentó tipológicamente la existencia de balaustrada en la primera planta y el empleo de tapiales en la fábrica de los muros de carga, dentro de la tradición mudéjar. Se rescataron las columnas, capiteles y adornos de arco enmascarados bajo los pilares revestidos de 'gresite' y se recuperó el arco de acceso al cuerpo de escaleras de dovelas y jampas de piedra aún el pie. Las catas corroboraron la datación del edificio principal en el siglo XVI. Las columnas de la planta baja son las originales, ya que estaban cubiertas de cemento, mientras que las de la segunda planta fueron expoliadas y se han hecho nuevas. Como característica peculiar de esta construcción, Gómez Aracil comenta la presencia de una segunda arcada en el patio, que había sido demolida. Los estudios realizados determinaron la presencia de esta segunda línea de columnas, que ahora han sido colocadas. Los artesonados originales se han restaurado y los deteriorados se han sustituidos por otros nuevos, que quedan diferenciados de los originales para evitar confusiones.

Al mismo tiempo, en los edificios de la calle Mártires 4 y 6 que se han adquirido para la ampliación del museo han aparecido pinturas murales, que retiraron de la pared para su restauración y posterior restitución.

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