sábado, 13 de marzo de 2010

La especulación y el acoso inmobiliario acaba con Capuchinos, barrio del casco histórico malagueño.


Cuando se cae la vida a trozos

Un matrimonio y una anciana tuvieron que ser desalojados mientras los operarios derribaban parte del edificio. Los inquilinos, que pagan un alquiler de renta antigua, serán realojados la semana que viene.

JOSÉ ANTONIO SAU. LA OPINION DE MÁLAGA
 Son golpes del destino que azotan el alma de quienes los sufren. Ayer le tocó el turno al matrimonio formado por Juan Bravo (65 años) y Antonia Lozano (56), vecinos del número 34 de la Carrera de Capuchinos que vieron cómo parte del muro que une su casa a un vivienda contigua se derrumbaba. Fuentes de Bomberos aseguraron que el derrumbe pudo deberse a la lluvia, aunque el Consistorio aún no ha determinado las causas. Para la pareja, es como si su vida se hubiera caído a trozos. Ante el estado en el que se encontraba el complejo, el Ayuntamiento optó por emitir una orden de ejecución subsidiaria y echar abajo la parte delantera del edificio. La cuenta la pagará el propietario.

Juan había ido al médico porque estaba algo resfriado. Salió de su casa a las 8.30 horas. Su mujer limpiaba en ese momento un portal cercano. Un cuarto de hora después, una vecina les llamó alertándoles de que la franja del muro más cercana a la fachada se estaba cayendo. En poco tiempo, llegaron hasta el lugar, donde un bombero y varios policías locales acordonaban la calle.



Análisis. Técnicos de urbanismo sacan fotos del estado del muro, mientras que los operarios de una empresa verifican el estado de la casa y una excavadora trata de hacer su trabajo. El Ayuntamiento aún no ha podido establecer la causa, pero habla de "colapso" en la fachada. Se desprendió en total una tonelada de escombros. La humareda envuelve a Antonia, quien explica: "Llevamos 38 años casados y 26 viviendo aquí. Tenemos alquiler de renta antigua y no queremos irnos de la casa". Su vecina, de 84 años, también tuvo suerte. Un hombre que tiene alquilado un cuarto de herramientas en el edificio vio cómo se derrumbó parte del muro exterior y sacó a la anciana, que no hacía más que llorar y temblaba de miedo. Y eso que tanto la casa de Antonia como la suya propia están en la parte trasera del edificio y no fueron demolidas. La que sí se echó abajo tiene más de ochenta años, frente a su morada, de sólo cincuenta.

Los servicios sociales se hicieron cargo de la anciana y la trasladaron a una residencia, después de que sufriera un fuerte ataque de ansiedad. "Menos mal que estábamos todos fuera", dice Antonia sin parar de invocar a la Virgen del Carmen para que las tareas de derribo no acaben con su domicilio.

Un vacío solar contiguo a la casa acogía antes otra centenaria construcción que ya no existe. Juan Bravo explica que algunos operarios trabajaron en el muro hace tiempo, lo que ha podido debilitarlo.

Antonia dice que el propietario del edificio fue varias veces a urbanismo para que le dejaran reformar el muro y abrir una entrada independiente. "Los peritos del Ayuntamiento han estado que sí que no un tiempo y al final no le han dado permiso", afirma.

Otra vecina de avanzada edad vivía justo en la casa cuya fachada y parte del muro exterior se han venido abajo. Murió recientemente. "Si llega a estar viva...", reflexiona Antonia, quien no obstante se consterna cuando la excavadora empieza a tirar el techo de la vivienda. "Yo soy capuchinera de toda la vida. No quiero perder mi casa", indica.

La pareja pasó la noche en casa de su hijo. Será realojada a principios de la próxima semana. Su casa sigue en pie.

No hay comentarios: