sábado, 13 de marzo de 2010

La Malaka fenicia también rezaba

Hipogeo fenicio de Mundo Nuevo

Excavaciones en calle Cister sacan a la luz un santuario con dos altares, la construcción religiosa más antigua conocida en Málaga. La creencia en algo superior siempre ha acompañado al hombre. Los fundadores de la Málaga actual se ponían en manos de los astros

07.03.2010 - FRANCISCO GUTIÉRREZ. SUR.
 Cuando el malagueño o un turista pasea por calle Cister, San Agustín o Alcazabilla, probablemente no sepa que bajo sus pies reposan tres milenios de historia. Pocas ciudades pueden presumir de una historia tan intensa y extensa como Málaga. Recientes excavaciones en la calle Cister vienen a confirmar que ya desde el siglo VIII antes de Cristo hubo un importante asentamiento humano en esta pequeña elevación que hoy ocupa la Catedral y calles adyacentes. Un área que debe tener algo de espiritual y místico, pues hace ya casi tres mil años, los fundadores de Malaka elevaron aquí el primero de los santuarios conocidos de la ciudad.

Este es uno de los resultados más llamativos de las excavaciones realizadas en el solar de calle Cister, 3, con fachada también a San Agustín, 4, propiedad de Inmobiliaria Espacio, intervención realizada por el Taller de Investigaciones Arqueológicas bajo la dirección de las arqueólogas Ana Arancibia y María del Mar Escalante. Ana Arancibia se muestra especialmente satisfecha con los resultados obtenidos y con la solución que se ha dado a la parcela.

En el solar ha sido localizado, por primera vez en la ciudad, un santuario fenicio. En el terreno excavado han aparecido dos altares o aras. Según Arancibia, existe un santuario parecido en Coria del Río, que se ha relacionado con el famoso tesoro del Carambolo. En otras ciudades de origen fenicio, como Cádiz o Huelva, no se han documentado estas estructuras.

Ritos de tipo astral

Ana Arancibia explica que estos santuarios estarían relacionados con las transacciones comerciales, sirviendo como elemento canalizador de las mismas. El santuario estaría formando parte de un barrio, una pequeña población quizás todavía sin consolidar, pero no separada de la trama urbana. La ubicación y construcción de los altares tiene claros indicios de servirse de modelos en cuya ejecución predominan los ritos de tipo astral. Sus paralelos iconográficos han relacionado estos altares con la figura del lingote chipriota, tan arraigado en la cultura mediterránea; la piel de toro, con claras implicaciones indígenas; o los dioses Baal y Astarte.

Los altares documentados pertenecen a fases diferentes, indicando distintos periodos de vida para el recinto. Ambos están construidos con barro de coloración amarillo-verdosa, de forma rectangular y con los lados ligeramente cóncavos.

Con las excavaciones realizadas en el número 3 de la calle Cister, algunas teorías sobre la colonización fenicia en el área mediterránea deberán ser puestas al menos en cuarentena. «El proceso colonizador de Málaga y su bahía colocan a la ciudad como uno de los emplazamientos más antiguos del Mediterráneo, una cronología que sólo tiene confirmada Huelva», asegura la arqueóloga.

Una lectura más doméstica de este importante trabajo arqueológico aclara también algunas dudas sobre el papel de la ciudad como asentamiento humano. Si hasta ahora se entendía que los primeros colonizadores fenicios se instalaron en Cerro del Villar (junto a la desembocadura del Guadalhorce), las evidencias arqueológicas indican que, al menos, ambos yacimientos fueron coetáneos, pasando Malaka en momentos posteriores a desarrollar una entidad urbana lo suficientemente importante como para absorber a aquella otra población.

Destaca Ana Arancibia la complejidad de la muralla que se ha documentado. Si en el lienzo de muralla que apareció en el sótano del Museo Picasso había dos torres, en Cister se ha encontrado un bastión adelantado marcando una de las puertas de acceso a la ciudad, mirando hacia el Guadalmedina. «Encontramos así un sistema defensivo complejo que nos puede indicar la defensa de una de las puertas de la ciudad», aclara la arqueóloga.

En momentos posteriores, en lo que los expertos denominan periodo fenopúnico, esa línea defensiva se completa con otra exterior, en la que se construyen una serie de bastiones defensivos rectangulares. Arancibia relaciona este magnífico recinto defensivo con políticas de transacciones entre el mundo oriental y el indígena. «Construcciones como murallas y puertas de acceso a la ciudad -sostiene la arqueóloga- se convierten no solo en baluartes defensivos, sino en la mejor expresión de prestigio del poder político y económico».

Como es habitual en las excavaciones en el centro, por encima de los niveles fenicios se encuentran estructuras de otras etapas históricas. Así, se ha documentado un horno cerámico, tramos de calles, murallas, material cerámico, ánforas, piletas para la fabricación de garum y canalizaciones de época romana, entre otros.

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