domingo, 11 de abril de 2010

La última obra de Paco Palma Burgos

Se cumplen 25 años de la realización de la talla del Santo Suplicio, de la Hermandad de Zamarrilla. Dos meses después falleció su autor
26.03.2010 - ANTONIO ROCHE.SUR

En el interior de la talla del Santo Suplicio, de la Hermandad de Zamarrilla, hay una declaración institucional en la que se justifica su realización. «Quiere ser consecuencia del deseo de devolver al pueblo de Málaga católico lo que en mayo de 1931 fue destruido por la incomprensión de algunas personas mal guiadas y aconsejadas. Con esto, Málaga recupera lo que de Málaga era».
Así fue. Cincuenta y tres años después de la destrucción del grupo escultórico de Castillo Lastrucci, la cofradía celebró el 2 de julio de 1984 una asamblea general ordinaria en la que se acordó la ejecución de una nueva talla. La elección del imaginero provocó debates internos en el seno de la hermandad. El hermano mayor, Carlos Rueda Cassola, se adelantó y afirmó que ya había realizado gestiones con Francisco Palma Burgos. «Hay un 90% de posibilidades -dijo- de que la talla la comience en Italia, por la dificultad que existe de sacar de Italia obras de arte terminadas, para terminarla en España», según se recoge en el libro de actas de Zamarrilla.
Debate interno
Salió alguna voz en contra. Por ejemplo, un hermano apellidado Casquero pidió la palabra en la citada reunión para opinar que la calidad de Paco Palma «no es incuestionable» y precisó que no consideraba que fuese la mejor gubia. En este sentido, aconsejó que se pidieran proyectos a otros artistas. En la misma asamblea fue replicado por Esteban Guillén, quien dijo que la vinculación del imaginero malagueño con la hermandad no dejaba otra posibilidad (hay que recordar que la primera obra de Paco Palma Burgos fue el Cristo de los Milagros). Tuvo que mediar el hermano mayor, si bien en la asamblea de hermanos había una corriente favorable a que el encargo recayera en Palma, como así lo puso de manifiesto Federico del Alcázar Moris: si la obra la hacía él, la apoyaba sin más, pero si fuese otro el autor, quería que se hiciese un proyecto previo.
Carlos Rueda fue comisionado por la asamblea para llevar a cabo las gestiones. En una carta transmitió al artista su esperanza de unir en la hermandad a la que tan vinculado estaba Paco Palma «tu primera obra, de cuando todavía eras casi un niño, obligado por las circunstancias a ser adulto, y una obra de tu madurez artística», según la copia de la carta que se guarda en la secretaría de la cofradía. El hermano mayor le proponía: «Dos Cristos del mismo autor, dos épocas diferenciadas en dos escenas distintas de su pasión, unidos por entrañables lazos generacionales».
Alegato malagueño
Además, su misiva la remataba con un alegato en favor de la imaginería local, de la que Palma Burgos era el mejor ejemplo: «La obra está encomendada al mejor y al más amigo, al que va a poner más cariño en ella, para que los malagueños, que tantas imágenes están encargando ahora a artistas sevillanos, se enteren de una vez que el mejor de todos nació de vientre de malagueña, es malagueño, aunque las circunstancias obliguen a que viva en Italia».
El artista percibió el interés que tenía 'su' cofradía en que hiciera las hechuras de Jesús del Santo Suplicio, y el 1 de septiembre de 1984 se firmó el contrato de ejecución en Castel Sant'Elia, pequeño pueblo de la provincia de Viterbo, cerca de Roma, donde residía Paco Palma. Hasta allí viajaron Carlos Rueda y el teniente hermano mayor, Eduardo Molina Duarte. Los cofrades le pusieron una condición al imaginero: que el rostro del Santo Suplicio fuera lo más semejante posible al del Cristo de los Milagros. En el contrato se fijaba el importe: dos millones de pesetas, aunque al final el imaginero cobró millón y medio. El resto lo dio a la cofradía.
Paco Palma dejó Italia y se instaló en Torrejón de Ardoz (Madrid). Tras realizar el modelado y vaciado, comenzó a tallar al Suplicio sobre madera de cedro. Concluido este proceso, el artista se vino a Málaga y en un antiguo piso del pasillo de Atocha, frente al río Guadalmedina, le aplicó la policromía. Salió una talla muy distinta a la que quemaron en 1931, no sólo ya por el sello personal del artista, sino por la propia hechura. «El impacto que en la Málaga cofradiera causó la visión de esta talla fue grande», según los historiadores José Jiménez Guerrero y Juan Antonio Sánchez López, autores del libro 'Zamarrilla'.
Bendición
La imagen fue recepcionada por la cofradía el 7 de julio de 1985 y su bendición se llevó a cabo el 12 de octubre, a las doce del mediodía, en un acto público que tuvo lugar en la propia calle Martínez Maldonado, concretamente en el espacio comprendido entre la confluencia de Pelayo y Alonso de Palencia y la avenida de Barcelona, que fue llenado por el público. Para la ocasión, a modo de retablo, se puso el manto procesional de la Virgen de Zamarrilla, justo delante de la puerta de entrada de la antigua vivienda de los guardeses, donde se instaló también el altar.
Presidió la ceremonia el canónigo y director espiritual de la hermandad, José Ávila Barbo. Fueron padrinos de la nueva imagen Susana Rueda Barrera, hija del hermano mayor, y el teniente hermano mayor, Eduardo Molina Duarte. Al lado de los padrinos, Paco Palma Burgos en la que sería su última aparición en un acto público. La rondalla y el coro del Real Santuario de Nuestra Señora de la Victoria acompañaron con sus cánticos por aires malagueños al celebrante, mientras la banda de cornetas y tambores de la Cofradía de Jesús El Rico interpretó marchas procesionales. Las saetas del cantaor Antonio de Canillas aparecieron como broche final.
El imaginero malagueño, autor también del Cristo de la Buena Muerte (Mena), entre otras muchas tallas, apenas pudo disfrutar de su última obra ya que falleció el 31 de diciembre de 1985. Precisamente le cogió el óbito reponiendo y consolidando la encarnadura de la Virgen de Zamarrilla, en una casa que habitaba en la zona de Carranque. Hasta allí le llevaron a la popular Dolorosa de la rosa y el puñal. «En esos días de cruel enfermedad -recoge el libro de actas de la cofradía-, el señor Palma tomó gran devoción a la Virgen de la Amargura y en razón a ello, ya que la restauración la hacía en ratos espaciados, el señor hermano mayor creyó conveniente que, dado que la ermita está cerrada por obras, dejar la Virgen en su habitación hasta que el señor Palma fuera trasladado al hospital».
«Con Zamarrilla empecé a mis 20 años y con Zamarrilla termino», dijo poco antes de morir.
El cadáver fue trasladado a Úbeda (Jaén), por expreso deseo del escultor, para que sus restos descansen para siempre en esta ciudad, donde tiene gran cantidad de obras. Para Zamarrilla dejó su primera y última obra, que sigue a la espera 25 años después de ser procesionada en Semana Santa. Lo hace cada 12 de octubre desde la ermita a la parroquia de la Amargura. También lo hará mañana, día 27, en el traslado del Cristo de los Milagros y de Zamarrilla.

No hay comentarios: