jueves, 30 de diciembre de 2010

El antiguo Café de Chinitas, en venta

 - ANTONIO ROCHE -SUR MALAGA

El antiguo tablao malagueño Café de Chinitas, donde la Niña de los Peines, Manuel Torre, Fernando el de Triana, La Trini, La Rubia, Juan Breva, Antonio Chacón y tantas otras figuras del flamenco de finales del XIX y principios del XX dejaron constancia de su arte, se encuentra en venta. El comercio que ocupa toda la planta baja, Tejidos Romero de la Cruz, está liquidando las telas por un cierre más pronto que tarde. Todo el inmueble, situado en el emblemático pasaje de Chinitas, está a la espera de un comprador. Ya hay dos personas interesadas, una de ellas con la pretensión de abrir en el mismo lugar un tablao flamenco del que carece Málaga en estos momentos. Es más, este inversor ya ha contactado con el concejal de Turismo, Elías Bendodo, para informarle de su intención. Pero la operación no termina de cerrarse.

La planta baja, diáfana, tiene una superficie de casi 400 metros cuadrados. Arriba hay otras dos plantas con algo menos de extensión cada una en las que se distribuyen seis viviendas. Un inmueble de unos mil metros cuadrados aproximadamente construidos en el corazón de Málaga.

La tienda de textiles está allí desde 1968. Su creador, Trinidad Romero de la Cruz, empezó su andadura comercial en la calle Denis Belgrano. Luego pasó a la calle Compañía, al Palacio de Villalón -futuro Museo Carmen Thyssen-, antes de que estuviera Establecimientos Álvarez. Posteriormente se trasladó a la calle Zapateros, esquina a Nueva, hasta que aterrizó en el pasaje de Chinitas.

Trinidad Romero de la Cruz, comerciante muy conocido de Málaga, falleció hace poco más de treinta años y el negocio y el edificio los heredaron sus cinco hijos, algunos de ellos ya desaparecidos. Uno de los que estaban al frente de la tienda era Ángel Romero de la Cruz, un cofrade de la Expiración que murió el 4 de febrero de este año. Su viuda, Julia Madrid Borrego, y su hija Nuria Romero de la Cruz Madrid, están ahora detrás del mostrador.

Ángel era un hombre muy activo, con una intensa vida social. Perteneció al coro rociero de La Caleta y a la agrupación musical de Cortijo de la Duquesa. Después, con un grupo de amigos, fundó un grupo de tunos, Trovadores sin Fronteras, cuyo principal objetivo era acudir todos los primeros jueves de cada mes para animar a los niños ingresados en el Hospital Materno.

Precisamente, por su relación con la música, acondicionó la primera planta, utilizada como almacén, para que ensayaran los componentes del coro. Hoy se conserva tal cual. En esa planta es donde realmente estuvo el célebre Café de Chinitas, un tablao lleno de duende que alcanzó fama nacional. Los herederos están a punto de dar el último zapateado.

No hay comentarios: