sábado, 5 de febrero de 2011

Nuevos caminos a la Alcazaba.Volconsa termina la recuperación de la falda norte, donde se han creado dos caminos para visitar


MIGUEL FERRARY . LA OPINION DE MALAGA.
Una escalera de acero de color marrón oscuro se eleva discreta a los pies de la Alcazaba. Es el hito más llamativo de un proyecto de recuperación de la ladera norte de la Alcazaba, que encara la fase final de los trabajos tras un accidentado desarrollo y varios meses de retraso.

Volconsa es la empresa encargada de rematar esta obra, que estaba a cargo de Hexa y que la abandonó cuando apenas llevaba el 15% de los trabajos realizados. Los cambios obligados por la Consejería de Cultura y problemas en la empresa obligaron a la Gerencia de Urbanismo a cambiar de empresa, adjudicando a Volconsa las obras que faltaban por un presupuesto de 661.000 euros y que se retomaron a mediados del año pasado.



Los trabajos apuntan por fin a su fase final y empieza a ser visible la transformación de una ladera que se había convertido en una zona yerma, con acumulación de material de obra y aparcamiento improvisado. De hecho, el responsable del proyecto, Iñaki Pérez de la Fuente, explicó que uno de los objetivos principales era «limpiar y despejar el terreno, que estaba ocupado con casetas de obra, apilamientos de material, servicios para los trabajadores y aparcamiento». Una vez conseguido, el siguiente paso ha sido recuperar el terreno para la ciudad, para su uso y para mejora su imagen.



Uno de los principales objetivos era construir dos caminos para facilitar la visita a las murallas de la Alcazaba y la parte superior del Teatro Romano, dando más posibilidades al turista y al malagueño de conocer este conjunto histórico.



Uno de estos caminos parte desde la calle Mundo Nuevo y recorre el límite de la muralla. Está realizado «en trinchera», de forma que está integrado en el terreno y apenas se aprecia desde la calle.



El segundo camino parte desde la calle Cilla, situada entre el Albéniz y el Centro de Interpretación del Teatro Romano. Es un paseo sin apenas impacto en el terreno y se conecta con el superior mediante una escalera, que es quizá el elemento más llamativo de la actuación.



Iñaki Pérez de la Fuente explicó que está construida «para dar estabilidad a un muro que es lo que quedó tras demoler el barrio de la Alcazabilla a principios del siglo XX y que amenazaba con desplomarse». Estos muros forman parte de las viviendas que constituían el viejo barrio adosado a la fortaleza árabe y que era una de las zonas más deprimidas de la ciudad. Estas viviendas fueron derribadas gracias a Juan Temboury, que inició la recuperación de la Alcazaba.



La escalera conecta los dos caminos y se encuentra forrada de una chapa de un acero especial que se emplea en entornos arqueológicos, «porque acaba cogiendo colores parecidos a la tierra y se camufla muy bien», subrayó Pérez de la Fuente.



La tercera pata del proyecto, además de despejar la ladera y construir los caminos, es la plantación de árboles que mejoren esta parte del Gibralfaro. Así, desde el jueves se están plantando 85 pinos carrasco, que es la misma especie que prevalece en el resto del monte y para el que están utilizando ejemplares de distintas alturas «y dar una sensación más natural», puntualizó el arquitecto.



Como curiosidad, Pérez de la Fuente, añadió que gran parte de esta ladera está formada por cascotes y restos del antiguo barrio de viviendas de la Alcazaba, que se quedaron tras ser derribados en la primera mitad del siglo XX y que aportaron una altura adicional de tres metros.



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