lunes, 26 de diciembre de 2011

El Teatro Cervantes pierde parte de su armonía y elegancia


El poco acertado contraste de tonalidades tras la pintura de la fachada en 2011

La elegancia del Teatro Cervantes se realzó con la restauración de 1987

El esplendor del siglo XIX malagueño, gracias al comercio y la industria, hizo posible joyas del urbanismo y la arquitectura como calle Larios y elegantes edificios que se han convertido en seña de identidad de casco histórico de Málaga. El teatro Cervantes es uno de ellos. Fue inaugurado en 1870 gracias a la iniciativa privada. El arquitecto Jerónimo Cuervo diseñó y construyó un elegante coliseo al que los pintores Fernández Ferrándiz y Muñoz Degrain dotaron de una magnífica decoración pictórica. Tras décadas de esplendor, el Teatro Cervantes comenzó un periodo de decadencia en los años 60 hasta que el Ayuntamiento de Málaga decidió adquirirlo y, tras una respetuosa y brillante restauración a cargo del arquitecto José Seguí y los aparejadores Carlos Lamas, Rafael Morales y Eduardo Segarra , fue reinaugurado por S.M. la Reina Sofía el 6 de abril 1987.Con motivo de la efeméride, el Ayuntamiento de Málaga editó un libro conmemorativo donde se explicaba la respetuosa restauración llevada a cabo. Se reconstruyeron los forjados mixtos de viguería metálica y madera dado el deficiente estado estructural en que se encontraban. En el patio de butacas se reconstruyeron los elementos decorativos de yeserías y escayolas. Se rediseñaron las butacas originales y una cuidadosa ejecución de carpintería y fundiciones de bronce de sus elementos decorativos lograron rescatar todo el diseño del mobiliario original del Teatro Cervantes.


En esta magnífica y respetuosa intervención destacó una aportación que confirió al Teatro aun mayor elegancia y que marcó su segunda etapa: los tonos rojizos y ocres del siglo XIX dieron paso a un distinguido color gris azulado. Pero la unidad de tonalidades de aquella magnífica restauración de 1987 ha desaparecido con la poco acertada y arbitraria decisión de devolver a la fachada del Teatro el tono ocre original. Si se trataba de devolver el tono original habría que haberlo hecho en su totalidad, algo poco probable por lo elevado del coste que supondría cambiar moquetas, cortinas, butacas… Sería casi rehacer de nuevo el teatro por tercera vez. La fachada gris azulada era una unidad con todo el mobiliario y con el interior del Cervantes. La fachada actual, a pesar de tener el color primitivo resulta un “parche” ante la unidad de intervención de los ochenta. Desde el ocre amarillento de la fachada puede verse el contraste del vestíbulo gris azulado, que se hace aun más impactante cuando entramos en el patio de butacas. El Teatro Cervantes está declarado Bien de Interés Cultural y, por tanto, las administraciones competentes debieron respetar la unidad de la magnífica intervención de José Seguí. Creemos que se ha incumplido gravemente el artículo 20 de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, que señala que las restauraciones deberán respetar las aportaciones de todas las épocas existentes, y la dotación unitaria del nuevo color gris azulado fue una magnifica aportación de una época determinada, finales del siglos XX.

Aun así, y a pesar de su bicolor actual y de haber perdido un poco de su elegancia, el Teatro Cervantes no deja por ello de ser uno de los más bellos teatros europeos.

Salvador García Aranda.


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