El poco acertado contraste de tonalidades tras la pintura de la fachada en 2011 |
La elegancia del Teatro Cervantes se realzó con la restauración de 1987 |
En esta magnífica y respetuosa intervención destacó una aportación que confirió al Teatro aun mayor elegancia y que marcó su segunda etapa: los tonos rojizos y ocres del siglo XIX dieron paso a un distinguido color gris azulado. Pero la unidad de tonalidades de aquella magnífica restauración de 1987 ha desaparecido con la poco acertada y arbitraria decisión de devolver a la fachada del Teatro el tono ocre original. Si se trataba de devolver el tono original habría que haberlo hecho en su totalidad, algo poco probable por lo elevado del coste que supondría cambiar moquetas, cortinas, butacas… Sería casi rehacer de nuevo el teatro por tercera vez. La fachada gris azulada era una unidad con todo el mobiliario y con el interior del Cervantes. La fachada actual, a pesar de tener el color primitivo resulta un “parche” ante la unidad de intervención de los ochenta. Desde el ocre amarillento de la fachada puede verse el contraste del vestíbulo gris azulado, que se hace aun más impactante cuando entramos en el patio de butacas. El Teatro Cervantes está declarado Bien de Interés Cultural y, por tanto, las administraciones competentes debieron respetar la unidad de la magnífica intervención de José Seguí. Creemos que se ha incumplido gravemente el artículo 20 de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, que señala que las restauraciones deberán respetar las aportaciones de todas las épocas existentes, y la dotación unitaria del nuevo color gris azulado fue una magnifica aportación de una época determinada, finales del siglos XX.
Aun así, y a pesar de su bicolor actual y de haber perdido un poco de su elegancia, el Teatro Cervantes no deja por ello de ser uno de los más bellos teatros europeos.
Salvador García Aranda.
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