domingo, 6 de mayo de 2012

Grandes solares abandonados en el Centro por los numerosos edificios históricos derribados ,sobretodo, en los años 90


Un centro sin lustre
Las licencias de obra mayor concedidas por Urbanismo entre 2009 y 2011 en el casco antiguo son 39, de las que 21 están en marcha y 18 se corresponden con proyectos paralizados · Ni la Junta ni el Ayuntamiento reactivan las actuaciones prometidas
SEBASTIÁN SÁNCHEZ / MÁLAGA HOY

A vista de pájaro se cuentan del orden de una treintena de solares desocupados, eriales en toda regla sin un uso definido, sin viso alguno de dejar el abandono en el que están instalados desde hace años. Asignatura pendiente que no ayuda a superar la carestía económica que corroe a los propietarios, incapaces de responder a las exigencias normativas que tienen contraídas, que les obligan a mantener en estado adecuado estos espacios, ni a las sanciones que de manos de la Gerencia de Urbanismo se remiten sin casi esperanza de repuesta.

La instantánea del casco histórico se sigue amarilleando, adquiriendo a cada año que pasa más tonalidades de vejez y olvido. Las estampas de dos años atrás se mantienen intactas en el presente; la única novedad es que las agrupaciones de fincas e inmuebles siguen extendiendo su presencia sobre el corazón de la ciudad. Ni Tomás de Cózar, ni Beatas, ni Gigantes... Anclada la iniciativa pública, otrora capaz de movilizar a los dueños de estas construcciones, la esperanza se anula en lo que a los promotores privados se refiere, incapaces de amortiguar la caída del gigante ladrillo.

La imagen real de la calle es la de un barrio anquilosado, en el que con el paso de los lustros se han ido agolpando las obras inacabadas, los proyectos nonatos, que dejan su particular cicatriz sobre la huella del corazón urbano. Una radiografía que se ve avalada por los datos de la Gerencia de Urbanismo, que plasman cómo la parálisis también toca de lleno el rostro del que hasta el instante previo al desplome de la construcción era foco de atracción para inversores.

Según consta en los registros del departamento municipal, entre 2009 y 2011 se concedieron un total de 39 licencias de obra mayor en el casco antiguo, de las que están en marcha (no se precisa en qué estado) 21 actuaciones, quedando lastradas las otras 18. "Aparentemente paradas hay seis edificaciones, que suman 46 viviendas y tres locales comerciales; en solar, sin ni siquiera haber iniciado las obras, once, con proyección de 56 viviendas y diez locales; y uno está sin iniciar la obra".

Para el delegado de Ordenación del Territorio y Vivienda, Diego Maldonado, todo ello tiene una respuesta evidente: la crisis económica. "Las empresas y constructoras están pasando dificultades para desarrollar su actividad", comenta, al tiempo que trata de ver el lado positivo, al indicar que más del 50% de los permisos de obra concedidos en esos dos años "están en marcha".

Esta es la fotografía oficial de los dos últimos años del centro, sin bien el escenario urbanístico del barrio incluye piezas de calado muy anteriores a estos ejercicios. Porque, parece evidente, hay numerosas heridas que datan de mucho antes; parcelas que perdieron la vida años atrás y que ni siquiera constan en el apartado de licencias del Ayuntamiento de Málaga.

Algunos ejemplos de inacción sorprenden por el periplo sin fin en el que están inmersos, convirtiéndose en símbolos del rostro menos agradable de la capital de la Costa del Sol. La ruina de la calle Vendeja recibe con la mejor de sus sonrisas a todos los visitantes llegados a la ciudad, convirtiéndose durante años en la primera estampa para los turistas. Ejemplo de desidia que acumula tras de sí más de 12 años, en los que ni la propiedad ni el Ayuntamiento han sido capaces de transmutar la dejadez.

En la misma línea, el histórico Palacio del Marqués de la Sonora, inmueble que ocupa vecindad con el Museo Picasso y con la recientemente remozada Plaza de la Merced, que enseña desde hace unos siete años su más desagradable aspecto. A través de una lona transparente, todo el que deambule por la calle Granada se topa con el impacto de un edificio vaciado en su interior y sobre el que se depositaron todas las esperanzas para que albergase un hotel de cinco estrellas en pleno centro. Pero las ilusiones se han ido desdibujando con el paso de los años, al punto que hoy su horizonte es incierto. Ni las varias llamadas de atención emitidas por Urbanismo han ocasionado movimiento alguno de la promotora, que intenta hallar un socio que le permita salir del bloqueo.

En la misma judería, Tomás de Cózar sigue sin latir, aletargada, quizá esperando a que pase definitivamente el invierno en el que vive inmersa desde hace una década. Y ello a pesar de ser una de las vías con más atractivo de la urbe. Sea como fuere, y a pesar de algunos intentos fallidos, las fachadas de algunos inmuebles huelen a moho y el tiempo se estanca en unos solares que parecen malditos. La reacción, aquí frenada, sí parece producirse en la vecina calle Beatas, donde el valiente que se adentre por sus recovecos podrá observar, y no es poco, dos edificaciones en proceso de terminación.

Pero el anquilosamiento no sólo se percibe en el urbanismo en vertical, también en el que se extiende en horizontal en forma de solares. Los que hay libres de ladrillo acaban sirviendo como vertederos o como aparcamientos irregulares avalados por la propia administración. Qué son si no las parcelas del entorno de la Trinidad, que día a día están repletos de coches estacionados y no de las viviendas para los que fueron adquiridos.

Los terrenos sin uso tienen la firma de muchos privados incapaces de mover la maquinaria, pero también de las instituciones públicas comprometidas con la recuperación del centro histórico. Ni la Junta de Andalucía, con su ambicioso plan de recuperación de los arrabales, del que forma parte las irreales tecnocasas (pisos en alquiler destinados a jóvenes profesionales para que aúnen en un mismo espacio vivienda y zona de trabajo), ni el Ayuntamiento pueden presumir de los compromisos adquiridos. La Administración regional sigue sin dar un paso adelante, siete años después de la firma del acuerdo para actuar en el casco antiguo, lo que impide ver florecer las viviendas proyectadas en terrenos de Lagunillas o en la calle Gigantes, entre otras localizaciones. En esta última pastilla, en lugar de bloques, lo que hay son kilos y kilos de escombros y basura.

Reproches extensibles al Ayuntamiento, que se mantiene a la espera para impulsar la promoción de viviendas sociales en la calle Granada, junto a la futura Plaza de las Nieves, o que, recientemente, se ha encontrado con el varapalo de que la empresa a la que vendió una parcela para viviendas en alquiler en la calle Nosquera desiste de impulsar la actuación ante la imposibilidad de asumirla. En ese suelo, hasta la fecha, ya se han gastado más de 300.000 euros en los trabajos de arqueología. Pero a estas muescas hay muchas más que sumar en el deambular por el centro, caso de la manzana de los antiguos cines Astoria y Victoria, ensalzada como referente del futuro cultural de la ciudad pero hoy sombra de lo que fue y será.

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