jueves, 24 de diciembre de 2015

Remodelación de la histórica estación de Renfe de 1965 por Vers

Histórica estación de ferrocarril de Málaga tras su remodelación de 1965
Francisco Mejías, de 75 años, es el último trabajador de la Vers con vida que realizó la remodelación de la marquesina de Renfe de 1965 que sustituyó parte de las piezas originales de la década de 1860. Calderero de profesión, se encargó de la fachada mientras su padre, Francisco, fabricó las cerchas.
En el pasado pleno municipal de octubre, un emocionado Francisco Mejías reivindicó el trabajo de los obreros de la Vers de hace medio siglo, en la remodelación de la marquesina de Renfe, la original de hace 150 años.
«Nunca me había visto delante de tantos señores», recuerda. A sus 75 años, es el último trabajador con vida de la Vers que realizó este ambicioso encargo, que tuvo lugar entre 1964 y 1965. Empleado del famoso taller desde los 14 años y hasta el cierre en 1975, llegó a maestro calderero. A él le encargaron remodelar la fachada mientras que su padre, Francisco, maestro soldador, se encargó de las cerchas.
«Fue una modificación porque la estación original se habría quedado demasiado antigua. El proyecto se hizo en la central de la Vers en Villaverde. En los talleres de Málaga hice todo el frontal de la marquesina mientras que mi padre hizo las cerchas», resume.
La obra de remodelación respetó la parte inferior, los pilares de hierro forjado francés originales de la década de 1860 por un consejo técnico de su padre, recuerda Francisco: «Dijeron que había que hacer nuevos pilares porque no resistían las cerchas y entonces mi padre dijo que no hacía falta hacerlos nuevos y se pusieron unas placas deslizantes para la dilatación».
Francisco Mejías fue desde el comienzo un trabajador eficiente y con un don especial para la calderería. De hecho calcula que el frontal lo terminó en unos seis meses. «Yo veo un dibujo y ya lo tengo en mente, ya sé cómo se tiene que construir», cuenta.
Gracias a su habilidad y entrega, el joven Francisco fue enviado por la Vers a países como Alemania, Francia o incluso Bolivia, donde trabajó seis meses en el nacimiento de un ingenio de azúcar. Su padre, por cierto, participó en la obras de la Azucarera de Málaga y con él coincidió en la de la Azucarera de los Larios de Torre del Mar. También realizó un ingenio para Cuba aunque sin desplazarse a la isla. 
De la Vers a Sudáfrica.  El cierre de la Vers le condujo a la capital de Sudáfrica a trabajar en una refinería y luego pasó ocho años en la malagueña fábrica del Amoniaco. Su último destino, una fábrica de cerámica en Santa Rosalía, hasta la retirada forzosa a los 50 años por su estado de salud: «Es un trabajo duro, así tengo los huesos y el pulmón. Las chapas se doblaban a base de manubrio, es un trabajo de fuerza que en aquella época no me pesaba pero los años ya pesan», confiesa.
Francisco vivió con amargura el desmontaje de la antigua estructura de hierro con piezas del XIX y la mayor parte, salidas del trabajo de él y de su padre. La estación actual, reconoce, no le gusta en absoluto y como recordó en el pleno de octubre, la antigua estación lleva diez años incluida en el catálogo general del Patrimonio Histórico de Andalucía, junto con los pabellones de entrada y salida de viajeros.
En octubre, tras su intervención, los grupos aprobaron por unanimidad que la marquesina de Renfe vuelva a un lugar digno. El malagueño Francisco Mejías lo tiene claro: «Me gustaría que se pusiera en la estación, por lo menos el frontal. No quisiera morirme sin verla. Para mí es una reliquia». En el pleno fue más allá: «Pertenece a todos los malagueños y como recuerdo a la memoria de mi padre, D. Francisco Mejías Cantero, y a la de otros profesionales de la metalurgia malagueña que ya no están con nosotros».
18.12.2015 La Opinión de Málaga


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