domingo, 19 de febrero de 2017

Desde la Universidad de Málaga se alerta sobre el negativo impacto paisajístico que tendría el hotel de 135 mts proyectado en el Puerto

Foto:Matías Mérida. Recreación Hote- Rascacielos del Puerto  
Un profesor de la UMA realiza, junto a sus colaboradores, una simulación a escala sobre el impacto visual real que conllevaría la construcción del rascacielos previsto en el dique de Levante
Mucho se ha hablado sobre la conveniencia o no de respaldar la idea preconcebida de un grupo de inversión árabe para levantar un hotel-rascacielos de 135 metros de altura en los suelos del dique de Levante del puerto malagueño. Quienes lo defienden argumentan que será una oportunidad de crecimiento turístico y de modernidad para la ciudad. Quienes lo rechazan, en cambio, alertan del gran impacto paisajístico que supondrá para la tradicional fachada litoral de Málaga.
Pero la realidad es que hasta ahora poco más que la imaginación servían para hacerse una idea más o menos aproximada de lo que en realidad conllevará levantar un edificio de esa altura no comparable a día de hoy con ningún otro en la capital. Precisamente por ese motivo, para el profesor titular del departamento de Geografía de la Universidad de Málaga (UMA), Matías Mérida, todo este debate dialéctico de poco sirve si la ciudadanía en general desconoce cómo encajará realmente este rascacielos en el paisaje al que está acostumbrada en "un enclave tan céntrico y emblemático".
Fue entonces cuando se propuso poner en marcha, como proyecto de investigación aplicada, un estudio de visibilidad del edificio que se proyecta, ya que aseguró a este periódico que "percibía que se corría el riesgo de que la población descubriera a posteriori el impacto cuando ya no hubiera nada que hacer".
Su intención era dar "una señal de alerta" sobre lo que puede ocurrir si finalmente se construye y, sobre todo, "dar información precisa sobre cómo va a quedar". Como elemento de juicio para un debate necesario.
Para conseguirlo se ha servido únicamente de las fotos realizadas por él mismo desde una decena de puntos distintos de la ciudad, principalmente del litoral, "todos ellos muy transitados incluyendo también las rutas marítimas turísticas". Una vez hechas, este profesor de Análisis del Paisaje y su equipo colaborador sometió las imágenes a un software de generación de panorámicas y que se ha copiado tal cual- y posteriormente al Sistema de Información Geográfica, de tal manera explicó que "tanto las dimensiones como la localización sean lo más exactas posible para visualizar el impacto". Finalmente, se adaptó la fisonomía del edificio utilizando la información publicada sobre el proyecto.
El resultado es una serie de simulaciones fotográficas del antes y el después que permitirá que "los ciudadanos tengan material para el debate", puesto que a juicio de este experto que ha dirigido proyectos de investigación aplicada sobre impacto e integración paisajística para diversos organismos públicos "solamente se están aportando los puntos de vista interesados".
Las imágenes muestran, por ejemplo, cómo afectaría el rascacielos al icono más representativo de la ciudad según el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), ya que tanto desde el Muelle Uno del puerto o el Paseo de la Farola como desde el mar "quedaría completamente empequeñecida e irrelevante".
La mayor "agresión" a la imagen de la ciudad va a ser sobre su fachada marítima que, según Mérida, "quedaría seriamente alterada" y supondría que referentes paisajísticos e históricos de la ciudad como la Alcazaba, la torre de la Catedral o el castillo de Gibralfaro pasarían a "quedar ocultos o perderían sustancialmente su protagonismo paisajístico" en el caso de que al final se construya el rascacielos en el dique de Levante.
Además de la ya mencionada alteración de la fachada marítima, comprobado con las simulaciones fotográficas realizadas, el profesor titular de la UMA detalló que también afectaría a las relaciones visuales de ambos lados de la bahía "al producirse la intrusión de un elemento extraño". Por ejemplo, desde el paseo marítimo de Poniente, el edificio interrumpiría la percepción de la fachada oriental de la bahía de Málaga y dificultaría la visibilidad de otros símbolos paisajísticos muy relevantes como el Monte San Antón.
Como docente que lleva años impartiendo la asignatura Análisis del Paisaje, sintió la responsabilidad de emprender este proyecto de investigación, que tendrá también aplicación directa en su docencia como caso práctico cercano de impacto paisajístico e incluso tiene previsto presentarlo en algún congreso en la materia y publicar un artículo en una revista científica dado que "tiene un claro interés temático y metodológico".
Pero además, en su pretensión que este trabajo sirva como elemento de debate, aseguró que también "puede conectar con otras iniciativas más críticas que estamos adoptando contra el rascacielos". Se refirió a un grupo ciudadano que se está gestando con la oposición al proyecto urbanístico como nexo de unión y que está terminando de redactar un manifiesto al que espera que se adhiera todo aquel que opine del mismo modo.
En su opinión, más allá de que al final se opte por hacerlo, "debe haber al menos antes una reflexión serena porque es un lugar central, el más visible de la ciudad y de la bahía".
A pesar de que es algo que no parece haberse tenido muy en cuenta a la hora de plantear este proyecto, el profesor titular de la UMA insistió en que el paisaje aparece recogido en diferentes documentos normativos nacionales e internacionales "y por supuesto en infinidad de publicaciones científicas por tener un triple valor". Así, detalló que supone "un factor de bienestar para la población, un elemento de identidad para los habitantes de un lugar y un importante activo económico para el territorio", ya que aclaró que "un lugar atractivo paisajísticamente genera riqueza a medio y largo plazo mientras que la destrucción o alteración de los espacios atractivos paisajísticamente tiene efectos económicos negativos".
El concurso impulsado por la Autoridad Portuaria de Málaga para levantar un hotel de lujo en los suelos del dique de Levante, según ya publicó este periódico, eludió cualquier exigencia mínima en materia arquitectónica. Y ello a pesar de que esta edificación, preconcebida a un grupo de inversión árabe, puede condicionar en un futuro la imagen litoral de la capital, con sus 135 metros de altura y con capacidad para 352 habitaciones.
El Puerto, lejos de valorar en el procedimiento la calidad arquitectónica de las propuestas formuladas por los promotores interesados, obvió cualquier referencia en este sentido. La lectura del anuncio de la concurrencia de proyectos mediante el que el organismo público acabó adjudicando a Andalusian Hospitality II la explotación de los más de 17.000 metros del morro permite comprobar cómo solo se alude a que en la selección final se deberá tener en consideración "la originalidad, calidad y adaptación a la ciudad del diseño arquitectónico de las construcciones". Pero no se marcan los criterios a tener en cuenta.
De hecho, en ese documento únicamente se remarcan los volúmenes máximos a poder desarrollar en ese espacio (45.000 metros edificables), así como la altura permitida (150 metros). Incluso, en la resolución adoptada por el Consejo de la Autoridad Portuaria el pasado 27 de julio, en la que se asume la oferta del grupo árabe como la única a desarrollar (tras la exclusión de la segunda propuesta), la única referencia que se hace al diseño es que la propuesta, "como se apreció en las infografías presentadas" en la misma sesión del consejo, corresponde a un estudio "del máximo nivel de diseño y calidad".
No obstante, a la propuesta de construir el rascacielos impulsada por el fondo de inversión Al Bidda Group le queda un largo recorrido. Tres son los criterios que el proyecto debe superar de manera inseparable para disponer de la concesión definitiva: la aprobación definitiva de la Delimitación de Espacios y Usos Portuarios (Deup), pendiente de ser ratificada por Puertos del Estado (fue presentada en diciembre de 2014); la aprobación definitiva de la modificación de elementos del Plan Especial del Puerto (que aún no ha sido demandada por el Puerto a la Gerencia de Urbanismo), y, por último, la aceptación por parte del Consejo de Ministros de levantar el veto que actualmente pesa sobre el uso hotelero en el suelo portuario. A todo ello se suma la necesidad de enfrentarse al trámite ambiental.


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