Jardines de Pedro Luis Alonso
15.10.2009 - Carmen Corcelles CastroMálaga
Sur.Cartas
Leo en la prensa que en varias ciudades andaluzas y también del resto de España buscan soluciones a la prostitución callejera, de lo que, de un tiempo a esta parte, se habla mucho, aportando pocas soluciones.
Pero en nuestra ciudad se está llevando a cabo una solución (final, diría yo) que es la de destruir (reformar, dicen ellos) uno de los jardines con más personalidad y tradición malagueña: los jardines de Pedro Luis Alonso.
¡Málaga desfigurada! Lo leo y no puedo creer que se destruya una imagen tan arraigada en los malagueños, uno de los pocos entornos ajardinados con personalidad propia, un escenario de tantas y tantas escenas infantiles de nuestras vidas, con sus pájaros ya inexistentes, con sus arcos de cipreses, que le daban un recogimiento y una quietud que hemos valorado a lo largo de la reciente historia malagueña.
La excusa es que sirve de refugio a la prostitución masculina, y también a los ladrones que imperan a lo largo del Paseo del Parque, que corren allí para cobijarse después de sus fechorías.
¿A esto hemos llegado? ¿No tenemos soluciones de vigilancia, de orden público? ¿No se puede luchar contra la inseguridad y contra la prostitución sin sacrificar nuestro entorno? Porque si es así tendremos que ir derribando árboles, tendrán que desaparecer rincones apartados de nuestro Parque, Jardines Picasso, arboledas de cualquier barrio. No, no, no. Esa no es la solución. Búsquenla los expertos, pero no tomen como excusa un hecho lamentable que, por desgracia, está presente en todas las ciudades, para destrozar un bien que debería estar protegido (¿no lo está?) obra de Guerrero Strachan, uno de los arquitectos que forman parte de nuestra historia y que dieron a Málaga la imagen que durante muchos años presentó y que ahora, más bien desde hace unos años, están empeñados en cambiar. Ya lo hicieron con la Plaza de la Constitución, (de la que conservo tres aspectos distintos a lo largo de mi vida), con la excusa de quitar la circulación y el aparcamiento, y ahora sirve de acogimiento de carpas y más carpas, escenarios ruidosos, tribunas mastodónticas, por lo que pocas veces se puede disfrutar de ella.
Dicen que los jardines se convertirán en grandes rosaledas. No se acostumbren, porque cuando crezcan lo suficiente para que puedan ocultarse tras de ellas, las cortarán de raíz y buscarán una solución tipo cemento y bancos sin respaldo, para que nadie se sienta cómodo en un jardín encantador que formaba parte de nuestra vida. Como Málaga.
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