.Málaga tuvo un peso específico importante en la pintura española del XIX, hasta el punto de que hay quienes defienden la existencia de una 'escuela malagueña', que influyó decididamente en el panorama artístico nacional, no sólo por la fuerza de los artistas locales, sino también por el potencial de pintores de otros puntos de España que se radicaron en la capital malacitana al amparo de una potente Escuela de Bellas Artes, dependiente de la Academia de San Telmo, que realizó importantes 'fichajes', como Bernardo Ferrándiz, que junto a Carlos de Haes, considerado como el 'padre del paisajismo moderno en España', pueden ser destacados como los grandes maestros de la época.
La importancia de la 'escuela malagueña del XIX' tiene una destacada representación y presencia en el Museo Carmen Thyssen, con destacadas obras de pintores malagueños o residentes en Málaga, todas ellas propiedad de la baronesa, que es una admiradora declarada de Guillermo Gómez-Gil, posiblemente uno de los nombres 'menos sonoros', pero que alcanzó gran fama en su época a nivel nacional ya que estaba considerado como un consumado maestro en captar el reflejo del sol y la luna en sus cuadros. De Gómez Gil es además la autoría de la obra a la que posiblemente más cariño le tenga Carmen Thyssen, 'La fuente de Reding', que como manifiesta cada vez que tiene ocasión fue el primer cuadro que adquirió en propiedad en una subasta. «Me encantó y pensé que era ideal para mi casa de Marbella», declaró a SUR.
'La fuente de Reding' está fechada entre 1880 y 1885 y representa la histórica fuente que hoy aún existe, pero en un entorno nada parecido al actual: en medio de una pequeña ladera, la fuente limita un camino de tierra sin apenas edificación de ningún tipo. La escena nos muestra a un paisano en su burro, una mujer con un cántaro tras haber recogido agua y dos niñas jugando en la pila. Óleo sobre lienzo, de 141x97 centímetros, sin duda está llamada a ser una de las obras más admiradas de un gran museo, especialmente por la gran publicidad que de la misma ha hecho su propietaria.
El Museo Carmen Thyssen es maravilloso. Difícilmente se puede definir con palabras lo que es y lo que puede significar (va a significar) para Málaga, porque además es un museo único en España, dedicado exclusivamente a la pintura del XIX, cargado de grandes artistas, unos más conocidos y otros menos, pero todos ellos muy cotizados. Además es una pintura que «gusta y se entiende», y eso es importante para un público que se sorprenderá ante el nuevo museo malagueño, llamado a ser una de las pinacotecas estrella de Andalucía.
La baronesa fue contundente en sus primeras declaraciones sobre el museo: «Va a sorprender a mucha gente» (SUR, 23 de enero), y a fe que llevaba razón. Sabía lo que decía porque nadie como ella conocía la obra que se iba a exponer y la maravillosa 'unidad' de los fondos que conforman un museo único en su género.
De las trece obras de Gómez Gil expuestas en el Carmen Thyssen, once tocan la temática del mar, que apasionaba al artista. Nacido en Málaga en 1862 (muere en Cádiz en 1942 a los 80 años), este pintor tuvo como maestros al referido Ferrándiz, a Muñoz Degrain y a Emilio Ocón y Rivas, otros dos importantísimos nombres del 'grupo' malagueño, y éste último hermano del ilustre compositor y director de música. Gómez Gil es un especialista en marinas y en paisajes, donde se desenvuelve como pez en el agua. Destaca un insuperable 'Atardecer sobre la costa de Málaga', ya del siglo XX (fechado en 1916), donde juega con inusitada facilidad con los colores del cielo, del mar y del sol que se marcha por el horizonte reflejándose de forma atractiva. De las 13 obras que adornan las paredes del Thyssen, sólo tres no responden a marinas o paisajes, la referida 'Fuente de Reding', 'Lavandera en un patio' (1896) y 'Galanteo en el campo', esta última posiblemente la menos lograda del grupo.
Excepcional fue el calificativo con el que Tomás Llorens define la obra de Bernardo Ferrándiz, 'El señor cura'. Ferrándiz (1835-1885), valenciano de nacimiento, llegó a Málaga como ya hemos referido de la mano de la Escuela de Bellas Artes y revolucionó el panorama de la pintura local. Formado en su tierra natal y en París, amigo y seguidor de Mariano Fortuny, llegó como catedrático en 1868, siendo posteriormente designado director de la Escuela, a la que elevó a unos niveles de gran categoría, y además logró que la sociedad malagueña, difícil como siempre, valorara el arte en su justa medida, lo que propició el desarrollo del coleccionismo local y un fuerte apoyo institucional a las artes.
Ferrándiz es el indiscutible 'guía' de los artistas malagueños, entre los que instituyó lo que se define como 'realismo burgués'. Había que adaptarse al gusto y a los usos del mercado y ello a través de una técnica realista encaminada a dar verosimilitud a las escenas representadas, pero sin incurrir en ninguna provocación moral y sin ningún compromiso social. Estaba claro que se le hacía un 'guiño' a las clases medias burguesas y a las instituciones oficiales, que eran las que copaban el mercado. Por ello, la pintura malagueña del XIX, en la misma orientación que la española, se dedica al género de costumbres, marinas y paisajes, siempre con luminosidad y alegría, desde una óptica amable y comprensible. Las escenas populares, las escenas típicas de cada tierra tienen también una gran importancia, aunque algunos denominan a estos casos como 'intención nacionalista o regionalista', pero más bien parece la necesidad de llegar fácilmente a una clientela ávida de tener obras de arte que retrataran las tradiciones culturales y folclóricas de la sociedad en la que vivían.
Todo lo dicho no tiene nada que ver con la calidad y la categoría de las obras de arte. Para nada. Simplemente es una explicación al carácter alegre y jovial que inunda esa pintura y que, por tanto, también el Museo Carmen Thyssen. Esta tendencia puede conllevar a descalificar algunas de estas obras, hecho que sólo puede encontrar explicación en la ignorancia. El arte del XIX español es uno de los más cotizados en el coleccionismo europeo, y eso, además de la belleza estética, debe significar algo.
De Ferrándiz nos vamos directos a otro gran pintor: Muñoz Degrain. También valenciano de nacimiento, llegó a Málaga de la mano del primero al ser contratado como docente por la Escuela de Bellas Artes en 1870. Su maravilloso dominio del dibujo y de la composición marcan una obra cotizada que en el Carmen Thyssen se representa en los títulos 'Marina. Vista de la bahía de Palma de Mallorca', 'Lavanderas', un impresionante 'Baño nocturno' y 'Puerto de Bilbao'. Sus gustos le llevan a ir alcanzando cotas cada vez mayores en una forma de pintar marcada por lo grandioso, la emoción y el misterio, fruto de su vena romántica. Posteriormente marcharía a la Escuela de San Fernando de Madrid, donde fue profesor de Pablo Ruiz Picasso, a quien conocían bien de su estancia en Málaga tanto él como Ferrándiz, ya que fueron grandes amigos de su padre, el también pintor José Ruiz Blasco. Pese a sus periplos viajeros que lo llevó a diversos países, siempre regresaba a Málaga, ciudad en la que moriría en 1924. El gusto por el paisajimo en la escuela malagueña tiene en Muñoz Degrain y en el referido Carlos de Haes a sus dos grandes líderes.
Muñoz Degrain llega a Málaga a petición expresa de Ferrándiz, quien aparte de darle plaza de profesor en la escuela, expresa a su paisano su deseo de que le ayude a pintar el techo del Teatro Cervantes, que había sido destruido por un incendio.
Dos magníficas obras de Moreno Carbonero continúan la representación pictórica malagueña en el Thyssen. 'Ca d'Oro' (imagen veneciana) y un típico 'Cortejo tras la verja' son sus pinturas. Moreno Carbonero nace en Málaga en 1858 y muere en Madrid en 1942. Especializado en retratos y temas históricos y costumbristas, fue alumno de Ferrándiz en la Escuela de Bellas Artes, donde llegaría a ser catedrático. Alumnos suyos fueron Juan Gris y el mismísimo Salvador Dalí.
Tras obras de Emilio Ocón y Rivas, marinas todas ellas, su gran especialidad, cuelgan de las paredes del Palacio de Villalón: 'Preparándose para la pesca', 'Gran velero saliendo del puerto de Sevilla con la Torre del Oro al fondo' y 'Retorno a la pesca'. Hermano del gran compositor, Emilio Ocón también llegaría a ser catedrático de Bellas Artes, consiguiendo grandes premios nacionales e internacionales, como el tercer puesto en el Nacional de 1871 por su 'Vista de Málaga en un día en calma' y el máximo galardón de la Universal de Viena. Discípulo preferido de Haes está considerado como el creador de la escuela malagueña de marinismo.
También cuelga tres obras Antonio María Reyna (Coín, 1859), las tres escenas de Venecia, ciudad que le sedujo y atrapó durante muchos años, ciudad a la que marchó en 1876 tras desplazarse de Málaga a Roma. Su fama alcanzó cotas internacionales gracias a la Sociedad Nacional e Bellas Artes de París (1887) y a sus exposiciones en la Universidad de Roma.
Dos marinas de José Fernández Alvarado y una vista de un mercadillo en una plaza de Granada, se suman a la aportación malagueña al nuevo museo Carmen Thyssen. Fernández Alvarado nació en Málaga en 1875, siendo discípulo de Muñoz Degrain. Ganó la cátedra de dibujo en el Instituto de Segunda Enseñanza de Huelva en 1920 y en esa ciudad fundó el Museo Provincial de Pintura como recurso pedagógico de las clases que impartía, que dirigió hasta su muerte, ocurrida en 1935. Verdugo Landi nace en Málaga en 1871 para ingresar muy niño en la escuela de pintura que tenía Emilio Ocón, quien fue su maestro. Contratado como 'retocador' por el diario 'Abc' (una figura muy importante en la época, a caballo entre pintor y fotógrafo), con un papel importante en la revista 'Blanco y negro'. El mar es el protagonista absoluto de su obra, y se especializa en cuadros de muy pequeño formato que alcanzan gran cotización en Málaga y en Madrid a finales del siglo XIX. Con su hermano Francisco fundó las revistas 'La Esfera' y 'Nuevo Mundo', llegando ambos a ser miembros selectos de la cultura dominante en la capital de España de la época.
En suma, el Museo Carmen Thyssen, felizmente inaugurado el jueves, nos adentra en la pintura malagueña, que alcanzó gran importancia en la pintura española de la época, incluso llegando a crear escuela. La Escuela de Bellas Artes y Bernardo Ferrándiz fueron, sin duda, sus principales focos de expansión y destacados protagonistas.
1 comentario:
Me siento tan malagueña, que todo tema que se toque siendo para exaltar a Málaga me satisface y siendo de arte refiriéndome al Museo Thyssen es lo mejor que han podido hacer, tiene unos cuadros dignos de ver en coloridos y expresivos pues todo el que los visitan salen encantado.
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