Foto tomada hace varios años cuando se podía visualizar la fachada en su totalidad |
A pesar de ser uno de los Museos más emblemáticos de Málaga
y uno de los más interesantes , en su género ,de toda España , la fachada
principal del Museo de Artes Populares
de Málaga está continuamente oculta por camiones de carga y descarga, autobuses
, taxis, agresivas y antiestéticos de rótulos y señalética turística . El
Museo de Artes Populares, Antiguo Mesón de Málaga es uno de los más bellos
edificios del siglo XVII de Málaga y está protegido como Bien de Interés Cultural,
por lo que con estas agresiones estéticas y visuales se están incumpliendo las ordenanzas
municipales y la Ley de Patrimonio.
Recordamos la historia y características del Museo de Artes
Populares con el siguiente texto extraído de su página web:
“El Museo Unicaja de Artes Populares, se inaugura el 23 de
octubre de 1976 en el recuperado Mesón de la Victoria,antigua posada del siglo
XVII, habilitado para este fin bajo el patrocinio y promoción de la entonces
Caja de Ahorros Provincial de Málaga, actualmente englobada en Unicaja.
Sus antecedentes arrancan en los años sesenta, a la par de
la inauguración del Museo de Bellas Artes de la ciudad (1961), concebido con
dos secciones más: la arqueológica y la etnográfica. Para esta última no se
contaba con ubicación fija, pues el planteamiento museográfico existente
concebía una adecuación entre continente y contenido, no resuelto
arquitectónicamente hablando, para la exposición de objetos considerados con
valor artístico dentro de la categoría de Arte Popular.
El primer material recabado para este fin fue colocado en
unas dependencias cedidas a la Caja de ahorros por la Sociedad Económica de
Amigos del País, en el antiguo edificio del Montepío de Viñeros situado en la
Plaza de la Constitución. En 1974 se ultima la compra del antiguo Mesón de la
Victoria, abandonado y en estado de ruina, que se comienza a restaurar y
acondicionar para su conversión en Museo, proceso que dura hasta el año 1976,
en que se inaugura.
El objetivo inicial fue el de poner en práctica en la ciudad
una política gubernamental sobre la conservación y recuperación del patrimonio
etnográfico, que hacía concebir este tipo de museos como vehículo de exposición
de las investigaciones en este campo.
Los fondos del Museo se organizan en torno a las diecinueve
salas que integran el edificio. Tratan de representar, a través de diferentes
áreas de conocimiento, la vida rural y urbana de Málaga y su provincia.
Esta es la razón por la que el mundo burgués tiene una
presencia tan destacada que hace que la personalidad del Museo de Málaga
difiera con respecto a otros museos de este tipo. Sirva de ejemplo la
combinación en la misma sala de los enseres de pesca con cuadros que
representan cenacheros realizados por firmas del cotizado siglo XIX local, o la
combinación entre la industria de la pasa y el exquisito trabajo litográfico
realizado para etiquetas de las cajas de embalaje en la comercialización del
producto.
El Museo de Artes Populares de Málaga se convierte así en
una de las mejores plataformas para profundizar en el conocimiento de las
circunstancias locales e históricas del lugar. Para ello incluye áreas de
conocimiento que abarcan actividades tan diversas como la albardonería o arte
de producir aparejos de animales, la herrería o la viticultura; reproducen
entornos tan característicos como la tahona, la almazara o el gabinete de las casas
burguesas; y recogen enseres tan tradicionales como los humeros de la cocina,
los barros malagueños o un sardinal.
Las características pensadas para este Museo invitaban a
relacionar los objetos exhibidos con su entorno arquitectónico, por ello se pensó
en un espacio para acogerlo que en sí mismo fuera una referencia al contenido.
El objetivo principal era mostrar la vida cotidiana de Málaga y su provincia en
sus niveles más característicos, sus costumbres y actividades, así como
recuperar piezas dispersas y en peligro de desaparecer por su desuso y que
constituían elementos definibles del lugar, de ahí la elección del edificio. El
mejor ejemplar local se encontró en el Mesón de la Victoria.
El edificio se encuentra a intramuros del casco histórico,
lindando con el cauce del río Guadalmedina, entre Puerta Nueva y Atarazanas. La
red de calles que se abren en este sector presentan un trazado muy irregular de
tradición islámica, mantenido durante el Antiguo Régimen, tradicionalmente dedicado
a posadas y mesones, hasta el punto que la calle de Francos cambió su nombre
por el de Mesones, y actualmente por calle de Camas, que enmarca por su fachada
trasera al Mesón de la Victoria.
La parcela donde se inscribe la edificación equidista de Puerta
Nueva y el Puente de Santo Domingo que, sucesor de otro anterior, justifica la
situación del mesón en ese lugar y comunica esta zona con los barrios de Santo
Domingo, Perchel y Trinidad, que ofrecen una perspectiva frontal al Pasillo de
Santa Isabel. Al sur enlaza con la zona de las Atarazanas, antiguo espacio
comercial donde se situaba la Alhóndiga y el actual mercado de abastos de
Alfonso XII o Atarazanas.
La construcción data
del siglo XVII, siendo realizada sobre un solar ocupado desde finales del siglo
XV por otro mesón u hospedería, propiedad de la hija de Miguel de Araso,
repostero de camas de los Reyes Católicos y propietario de varias casas en la
ciudad. La propiedad de este primer mesón en la calle Franco nos la transmite
el contrato de venta a favor de Pedro de Lorca, por 3.000 maravedíes en 1499.
En 1571, tras la muerte de su último heredero, pasa por donación al convento de
la Victoria.
A partir de 1621 sufre una ampliación a consecuencia del uso
efectuado por los frailes Mínimos, que habían tenido que demoler la Ermita del
Mar, junto a la Puerta de Espartería, ante el peligro de ataque de la escuadra
flamenca, lugar que desde la fundación de la Orden había servido de posada a
los frailes cuando bajaban a la ciudad. La ampliación consistió en la
realización de una bodega para más de mil arrobas de vasijas y vivienda encima,
invirtiendo 4.561 reales.
La nueva edificación data de 1632, fecha en la que se tienen
referencias documentales del contrato entre la Orden y Diego Delgado y con los
canteros Sancho Meléndez y Miguel Pérez que facilitaron la piedra para la
portada. La nueva obra destruyó prácticamente todas las construcciones
anteriores, concibiéndose el edificio para su uso de hospedería tal como ha
llegado hasta nosotros. Otra reforma se efectuará en 1799 tras un nuevo
arrendamiento.
El edificio tiene planta cuadrangular, prolongada en un
trapecio irregular hacia el fondo de las caballerizas. Las dependencias se
distribuyen en torno a un patio central, que cuenta con galería baja y alta
sobre columnas y a él van a desembocar las vertientes de las cubiertas de teja
morisca, ofreciendo un pintoresco y singular aspecto.
Su estructura arquitectónica ofrece un ejemplo del tipo de
construcción abundante en la Baja Andalucía, en la que destacan viviendas de
dos pisos, con patio interior al que se abren las diferentes estancias,
característica del pueblo malagueño a decir de Moreno Villa. Con carácter de
tradición morisca por un lado e italianizante por otro, representadas, ambas
corrientes, por el encalado de muros, iluminación, espacio que ocupa el centro
neurálgico y la anchura de la luz de los intercolumnios de tradición islámica.
El esbelto alzado de los arcos de medio punto de la galería baja, con clave marcada,
apoyados en columnas marmóreas de orden toscano y sin basa, son de tradición
italiana.
Para J. Temboury su estructura guarda fuerte relación con
los fundaq islámicos, que se organizan de manera muy similar y para las mismas
funciones. Su reconversión hasta el siglo XX en casa de vecinos nos habla de su
adaptabilidad a usos domésticos.
La transformación en Museo la realiza el arquitecto
malagueño Enrique Atencia. En la memoria que elabora para el Ayuntamiento pone
de manifiesto los "signos de ruina inminente" en aquellas zonas a
intervenir con mayor urgencia, aconsejando el apuntalamiento de la fachada de
calle Camas y al demolición de las cubiertas, de madera, para ser sustituidas
por un forjado. Sigue un criterio restaurador muy respetuoso, limitado al
destabicaje como operación indispensable para la adaptación a áreas de
exhibición y consolidación de las zonas más degradadas, sólo sustituyendo
íntegramente las cubiertas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario