Como el pie
de la hermanastra en el zapato de 'Cenicienta', el hotel no cabe. Es demasiado
grande y está en el sitio equivocado
La hermana
mayor se llevó el zapatito a su habitación para probárselo. No pudo meter su
gran dedo gordo en él, ya que el zapato era muy chico para ella. Entonces la
madre le dio un cuchillo y le dijo:
– Córtate el
dedo gordo. Cuando seas reina ya no tendrás que caminar.
La chica se
cortó el dedo gordo, metió su pie y se aguantó el dolor». Hermanos Grimm
(Cenicienta, 1812) .
Acto tras
acto, la trama se acerca a su desenlace. La Mundial sigue en pie, y se ha
convertido en un símbolo de resistencia
contra una forma de planificar la ciudad a espalda de los intereses de
sus ciudadanos. Pero centrar el debate exclusivamente sobre su permanencia
puede, sin embargo, eclipsar otras cuestiones más sutiles pero también de gran
calado.
Partamos de
que las administraciones locales pueden perseguir varios propósitos en una
intervención urbanística; a saber, y sin ánimo de ser exhaustivo: recaudar,
construir una ciudad más habitable para sus ciudadanos, epatar a propios y
extraños con edificios de autor siguiendo fines propagandísticos..., propósitos
que no tienen por qué ser incompatibles entre sí. Si bien se convendrá en que
el segundo de ellos debería predominar notablemente sobre los demás.
En este
caso, recurriendo a la cartografía histórica puede entenderse cómo se generó el
Hoyo de Esparteros mediante sucesivas «capas» que, a modo de una cebolla, la
ciudad fue creando en la edad moderna para defenderse del Guadalmedina, y cuya
geometría quedó condicionada por la presencia del Fuerte de San Lorenzo. La
necesidad de protegerlo de la erosión fluvial es la causa de la planta en forma
triangular de este espacio, como se ve en los planos adjuntos. Originariamente
un simple muro al que se fueron adosando edificaciones.
Posteriormente,
la fortificación desapareció y su solar fue ocupado por el tramo occidental de
la Alameda; en esta fase el Hoyo quedaba insólitamente abierto a este espacio
(fig. 3). Sin embargo, aquí el urbanismo decimonónico acabaría por acomodarse
con suavidad y elegancia a las preexistencias en ese punto de geometría
inconfundible, que queda bien asimilado por nuevas edificaciones que envuelven
la manzana por el Sur y el oeste.
Una ciudad
legible es una ciudad más habitable, en la que sus habitantes pueden
reconocerse; y el proceso antes descrito resulta maravillosamente legible en el
actual Hoyo de Esparteros, en donde la larga y estrecha pieza que queda
rematado en su extremo por La Mundial evoca con claridad el muro al que se
fueron adosando edificaciones, y que en el primero de los planos aparece
grafiado de la misma manera que el resto de la muralla de la ciudad.
Es aquí
donde Promociones Braser ha proyectado su hotel de 10 plantas de altura. Sin
entrar ahora en la cuestión de la pertinencia o no de la desaparición de las
edificaciones que en este lugar existían o todavía existen, es razonable
preguntarse además qué necesidad había de modificar la traza histórica de este
fragmento urbano, y si no sería conveniente mantener la memoria del lugar, su
legibilidad, siquiera en la huella de una manzana tan singular.
Basta echar
una ojeada a las imágenes con que se publicita el proyecto para obtener la
respuesta: el hotel no cabe. Como el pie de la hermanastra en el zapato de
Cenicienta, no cabe. Es demasiado grande. Es desmesuradamente grande.
Obviamente, está en el sitio equivocado. Con el programa de usos que se hubiese
establecido de partida, habría sido razonable buscarle otro lugar en que pueda
acomodarse semejante mamotreto. Pero no. Con las alineaciones existentes,
moldeadas por la Historia como se ha visto, resultan unos solares de buen
tamaño, regulares y con doble fachada, magníficos para unas edificaciones de
alturas moderadas como las que predominan en el entorno inmediato, pero
claramente insuficientes para el desmesurado programa de necesidades establecido.
Para respetar la traza existente con esas premisas, saldría una tremenda
pantalla longitudinal, por lo que el arquitecto -Moneo- optó por el mal menor:
agrupar el volumen edificable en una forma compacta, aunque eso implicase pasar
olímpicamente de la forma urbana.
Véase la
perspectiva axonométrica del proyecto exhibida por la promotora: aquí van las
137 habitaciones, «todas exteriores». Una detrás de otra, con su salón de
celebraciones y eventos para 200 personas, sus locales comerciales, su spa,
piscina, bar y zona de hamacas, etc, etc.; ahora sí que cabe.
El artilugio
alienígena que las transporta ha aterrizado en el borde externo del lugar,
triturando todo vestigio de la ciudad que allí existía. Eso sí: resulta casi
conmovedor el gesto en que pliega su fachada hacia el Hoyo, en un vano intento
de parecer más pequeño.
La
espléndida pieza longitudinal que cerraba el Hoyo por el Oeste, cabalgando
sobre la antigua muralla fluvial, ha sido amputada, y queda, ay, reducida a un
grotesco muñón que alberga la réplica de La Mundial.
*Por Luis
Ruiz Padrón , arquitecto. Publicado en La Opinión de Málaga
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