La fuente de mármol y algunos de los bustos de terracota , sobre la balaustrada de la segunda planta,antes de su restauración |
Beatriz
Martín Peinado de la empresa Tarma Restauración y Patrimonio habla con entusiasmo
de la rehabilitación de las veinte terracotas y la fuente del Palacio del
palacio de la Aduana. Unas pequeñas
joyas -«piezas preciosas», en palabras de la técnico- que recuperaron su forma
original y perdieron el siglo de contaminación que llevaban encima con la
intervención de la empresa granadina Tarma Restauración y Patrimonio.
Los bustos y
la fuente ya se encuentran instalados en el atrio de la segunda planta y el
patio del que será Museo de Málaga. No obstante, ni estas obras ni las del
propio centro, que agrupa las secciones de Bellas Artes y Arqueológico, se
podrán ver hasta el próximo año, según confirmó la semana pasada el propio
ministro de Cultura, José Ignacio Wert, cuyo departamento es el propietario del
museo y el que ha sufragado la rehabilitación integral de la Aduana.
«La fuente,
al ser de mármol y estar situada en la parte de abajo, se encontraba en mejores
condiciones de conservación, mientras que las terracotas, más expuestas en el
exterior del segundo piso, estaban más deterioradas», explica la restauradora
Beatriz Martín Peinado, que trabajó durante un año en las esculturas hasta
conseguir que recuperaran el aspecto original. Concretamente el que tenían en
1877, cuando fueron instaladas en el atrio para aligerar la sobriedad del
edificio con motivo de la parada y fonda que hizo allí el rey Alfonso XII
durante su visita a Málaga.
La fuente
fue desmontada pieza a pieza para ser trasladada al taller de Tarma, donde
también se llevaron las veinte esculturas para su recuperación. Un transporte
complejo y, sobre todo, pesado, ya que cada terracota alcanzaba en la báscula
los cien kilos. Sumándolas todas, más de dos toneladas de piedra que entraron
en el taller para pasar una itv que las dejó como nuevas. «Todas las terracotas
habían perdido la capa de protección y presentaban una cobertura negra de
contaminación aumentada por la humedad y la cercanía del mar», señala Martín
Peinado, que a modo de 'C.S.I' añade que aplicaron un novedoso sistema de
limpieza con pistola láser que eliminaba la suciedad sin afectar al soporte
cerámico.
El propio
arquitecto Fernando Pardo, encargado del proyecto de rehabilitación de la
Aduana para su conversión en Museo de Málaga junto a Bernardo García Tapia y
Ángel Pérez Mora, no duda en calificar de «espectacular» la restauración de las
terracotas, un trabajo que extiende al resto de profesionales que han
colaborado con la adjudicataria Sacyr «para no distorsionar el edificio y
conservar la piedra original» en las esculturas, el pavimento o las fachadas.
La
restauradora Beatriz Martín Peinado, que también ha intervenido en otras
restauraciones en Málaga como las fachadas de las iglesias de San Felipe Neri,
San Juan o Santiago, añade además un dato interesante al señalar que las
terracotas del palacio malagueño «son unas piezas que no te las sueles
encontrar y menos en el remate de una terraza». Unas rarezas que representan
figuras de inspiración romana -hombres con laureles, cascos, penachos y togas,
y mujeres con tocados y abundantes joyas- y cuya autoría se desconoce. De lo
que no hay duda es de que estas obras están ejecutadas magistralmente. «El
artista tenía evidentes conocimientos escultóricos y de las proporciones»,
concluye la restauradora de Tarma.
Fuente
Diario Sur. Francisco Griñán
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