El Museo Picasso muda la piel
La institución malagueña reorganiza su colección y enlaza un nuevo discurso lleno de sugerentes sorpresas
02.05.2010 - ANTONIO JAVIER LÓPEZ .SUR
Si Lampedusa levantara la cabeza y las piernas para ir hasta el Museo Picasso Málaga (MPM) se quedaría algo extrañado. Normal. El escritor pasó a la historia de los aforismos por la frase de uno de sus personajes en 'El Gatopardo': aquello de cambiar algo para que nada cambie. Y aquí falla. El MPM guarda hasta octubre sus obras en préstamo; reorganiza su colección permanente; se olvida del orden cronológico y exhibe las piezas por afinidades temáticas; mezcla épocas, técnicas y formatos para ofrecer, al cabo, un 'nuevo' museo. El director artístico del MPM, José Lebrero, sirve de guía en este atractivo (re)estreno.
SALA I: Cuatro miradas del artista dan la bienvenida
La primera sorpresa no se hace esperar. Un vídeo. Un fragmento de cuatro minutos de ‘Visitando a Picasso’ (1950), el documental de Paul Haesaerts que muestra al artista dibujando sobre la pantalla. Se trata de una de las «cuatro miradas» del genio que reciben al visitante. Cuatro expresiones bien diferentes en otros tantos soportes y en diferentes épocas. Así, la profundidad del dibujo ‘Los ojos del artista’ (1917) convive con la dulzura de la cerámica ‘Cabeza de fauno’ (1948) y con el dramatismo del lienzo de 1929 titulado ‘Cabeza sobre fondo beige’.
SALA II: El entorno social, la ciudad y la familia
Hay un señor con barba. En realidad, varios. Está en ‘Hombre, mujer y niño’ (1972), en ‘Retrato de hombre barbudo’ (1895) y en las estampas de la serie de grabados ‘Los Saltimbanquis’. Retratos académicos, clásicos y cubistas. Una presencia que recuerda a José Ruiz Blasco, padre del artista. Lebrero deja en el aire cualquier interpretación. Sólo comenta que el esquema hombre-mujer-niño se repite en esta sala como una representación del ámbito familiar. A este asunto se añade un conjunto de piezas donde Picasso vuelca su atención en la realidad social de finales del XIX. Una preocupación plasmada en el dibujo ‘Mujer joven en un café’ (1899), recién incorporado al catálogo.
SALA III: Esculturas y dibujos en torno a 'Las tres gracias'
Tres esculturas de reducido formato y realizadas cada una de ellas en técnicas diferentes –dos tituladas ‘Mujer de pie’ (ambas fechadas en 1947) y ‘Pequeña figura’ (1964, junto a estas líneas)– dialogan con el aguafuerte ‘Las tres gracias’ (1923), recién estrenado por el MPM junto a las obras sobre papel ‘Desnudo de pie’ (1909), ‘Cabeza de mujer’ (1909-10) y ‘Hombre sentado’ (1914). En frente, cerámicas y pinturas –entre las que destaca ‘Frutero’ (1919)– muestran al espectador una aproximación a la temática del bodegón a lo largo de la trayectoria del artista
SALA IV: Compromiso político en tiempos de guerra
Picasso fue director del Museo del Prado durante la Guerra Civil. Un plano de la carpeta ‘Destrucción’ (1938) muestra los lugares de la pinacoteca donde cayeron las bombas. Al lado, un interesante juego de relaciones: el mismo grabado de ‘Sueño y mentira de Franco’ (1938) que estrena el MPM ilustra la portada de ‘La niña guerrera’, un libro de José Bergamín, que fue quien ofreció la dirección del Prado a Picasso. ‘Mujer con los brazos levantados’ (1936) y ‘Busto de mujer con los brazos levantados’ (1939) completan el discurso político de la sala
SALA V: Bodegones y naturalezas muertas
Lebrero defiende que las pinturas ‘Naturaleza muerta con cráneo y tres erizos’ y ‘Búho sobre una silla’ (ambas de 1947) necesitaban «más espacio, más distancia para poder apreciarlas mejor». Ambas adquieren nuevo protagonismo en esta sala, en la que también destaca la cerámica ‘Búho con cabeza de fauno’ (1947) y el lienzo ‘Tres palomas’ (1966). Así, el asunto del bodegón se presenta como hilo conductor de este espacio, redefinido en el nuevo discurso del museo.
SALA VI: El deseo, el erotismo y el cuerpo femenino
'Bañista' (1971) y 'Desnudo acostado con gato’ (1964) flanquean esta sala dedicada «al deseo, al erotismo y a la figura femenina», en palabras de Lebrero. El director artístico del MPM tira de otro de los hilos invisibles de la ‘nueva’ colección: varias obras sobre papel muestran a un minotauro junto a un ejemplar del número inaugural de la revista del mismo nombre; una publicación que fue punta de lanza del movimiento surrealista. Por eso, tras el minotauro y la revista, el espectador se encuentra con un retrato de André Bretón, paladín surrealista
SALA VII: Montaje 'teatral' y relación con los grandes maestros
Baja la intensidad de las luces y la sala queda sumida en una suave penumbra. El espacio se divide en «pequeños teatros» para contar la historia de Picasso y los grandes maestros. De Rembrandt a Velázquez, de ‘El Quijote’ a ‘La Celestina’. El personaje de Fernando de Rojas aparece en varias de las estampas de la ‘Suite 347’, una de las nuevas adquisiciones del MPM. Toreros, mosqueteros, actores de la ‘commedia dell’arte’ y del circo, así como escenas de evidente carga sexual desfilan por esta carpeta de grabados incorporada a los fondos del museo malagueño.
SALA VIII: Retratos de mujer sobre lienzo, chapa y arcilla
«Cuando entras a la sala, todas las obras te miran fijamente», anuncia Lebrero. Y es cierto. Un desfile de ojos intensos. Para el director artístico del museo, lo de menos es que se trate de Françoise, Dora, Jacqueline o Marie-Thérèse. La clave está en la importancia de esos ojos. Desde esa ‘Jacqueline sentada’ (1954) que preside la estancia, hasta las dos esculturas tituladas ‘Cabeza de mujer’, una realizada en chapa metálica y la otra, en arcilla. La pieza de cerámica ‘Tres cabezas’ (1953) también destaca en este apartado, ya que «dialoga» con las anteriores y con otras esculturas de menor formato. Por último, cabe mencionar el pequeño ‘Retrato de Olga Picasso', otra novedad
SALA IX: El estudio del artista como tema recurrente
El asunto del pintor y la modelo resulta recurrente en la obra de Picasso. A él se dedica esta sala, que ofrece diversas variantes de esta temática. El MPM muestra aquí otra de sus incorporaciones: los grabados realizados por el artista para ilustrar ‘La obra maestra desconocida’, relato de Honoré de Balzac. El aguafuerte sobre cobre ‘Pintor y modelo tricotando’ (1927) despunta en esta fase del recorrido. Además, el discurso se completa con un par de cuadros dedicados a ‘La Californie’, una de las residencias de Picasso donde el autor fue más prolífico.
SALA X: Cerámicas para un espacio de transición
Más que como una sala independiente, Lebrero define este recodo del MPM como un «espacio de transición». Una zona en la que surge con fuerza la escultura ‘Insecto’ (1951), una peculiar pieza de arcilla blanca que fue una de las protagonistas de la exposición ‘Obra gráfica y cerámica’, celebrada en el MPM hace seis años. Junto a ella, otras cerámicas dan paso a la última etapa del paseo.
SALA XI: Tauromaquia y un pequeño bestiario
De nuevo pinturas, esculturas, grabados y cerámicas reunidos en un mismo espacio, en torno a un tema común. Para salir por la puerta grande, el paseíllo por el MPM termina con cuatro estampas de ‘La Tauromaquia o el arte de torear’ (1958-59), expuestas junto a piezas como el plato ‘Corrida’ (1957) o ‘Toros en Vallauris’ (1954). El «bestiario» se completa con la cerámica ‘Cabeza de cabra’ (1953 y también realizado en Vallauris) o el retrato titulado ‘Mosquetero con espada’ (1972), donación de Bernard Ruiz-Picasso.
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