domingo, 20 de junio de 2010

Un libro realizado por escolares de 4º de ESO repasa los orígenes de la fábrica de cerámica que dio nombre la la barriada, Colonia de Santa Inés, a finales del siglo XIX

Alumnos de El Atabal le dan una lección de historia a La Colonia Santa Inés


20.06.2010 - ALMUDENA NOGUÉS. SURMÁLAGA.


El profesor Carlos San Millán, junto a un grupo de los estudiantes autores del libro. :: SUR Su esqueleto de ladrillo sigue en pie, desafiando al olvido. Los vecinos de la Colonia Santa Inés se han habituado a convivir con la chimenea de la que fue una de las fábricas de cerámica y alfarería más importantes de España en el siglo XIX, sin embargo, pocos conocen el pasado de la factoría fundada en torno a 1879 por la familia Viana de Cárdenas. Dispuestos a refrescárselo, un grupo de alumnos del colegio El Atabal se han convertido durante ocho meses en investigadores. Tras peregrinar por archivos y entrevistarse con los más veteranos de la barriada, su trabajo se ha plasmado en un libro que recopila la historia de esta industria, desde sus orígenes a su decadencia, a finales de los sesenta.

La obra, coordinada por el profesor de Geografía e Historia Carlos San Millán, la han realizado una treintena de escolares de 4º de ESO. La idea surgió hace un par de años, durante una salida a la laguna de la Barrera. «En aquella visita le pedí que recabaran documentación y toda la que les aparecía en Internet apuntaba a la suciedad de la laguna, de la que se culpaba a los niños de la zona. Entonces les dije que algún día le demostraríamos a los vecinos que además de ensuciar eran capaces de hacer grandes cosas», resume San Millán.

Gran impacto económico

Fue así, tras aquella excursión, como surgió el germen del libro que ahora ha visto la luz gracias a la ayuda de la delegación de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Málaga. «Pese a estar en su entorno más próximo, me di cuenta de que los alumnos no sabían nada ni de la la Colonia Santa Inés ni de su fábrica, por ello pensé que invitarles a investigarla sería una buena forma de despertar su interés por la asignatura y de que conocieran cómo fue la factoría que tuvo un gran impacto económico en la Málaga de entonces», precisa Carlos San Millán.

Dicho y hecho. En mayo de 2009, los estudiantes repartieron medio millar de carteles por centros sociales y comercios de la barriada pidiendo la colaboración de los residentes del distrito bajo el reclamo «¡Necesitamos su ayuda! Nos interesa cualquier documento o información». Aquel llamamiento no tardó en dar frutos y comenzaron a recibir correos electrónicos y a contactar con antiguos empleados de la fábrica.

Así comenzó la segunda fase: el trabajo a pie de calle, tocando el timbre casa por casa y pasando horas en bibliotecas y archivos. «El mérito de esta publicación son sus autores: chavales de 15 años que muchos sábados en vez de irse con los amigos han cogido sus mochilas y se han dedicado a recorrer la colonia para bucear en el pasado», sostiene el coordinador de la obra, satisfecho por el resultado de este esfuerzo.

Cerca de doscientas páginas

Y es que son muchas las conclusiones que han extraído los alumnos, buena parte de ella información desconocida hasta la fecha. En las cerca de doscientas páginas de la obra repasan desde los distintos dueños que tuvo la factoría a las condiciones laborales, cómo era la vida en el barrio, sus fiestas populares, los medios de transporte o los sistemas de enseñanza, entre otros contenidos.

De este modo, el libro cuenta que la industria de la Colonia Santa Inés producía más de 20.000 piezas diarias. De sus instalaciones salían ladrillos, zócalos, jarrones, tejas y preciosos mosaicos, cuya fabricación daba trabajo a una importante plantilla de obreros, buena parte de ellos procedentes de pueblos de la provincia. Según consta en el padrón municipal de la época la colonia tuvo en sus orígenes 65 habitantes que se asentaron en las inmediaciones del arroyo de Teatinos.

Entre ellos había tres ciudadanos chinos y un maestro de Benamocarra que era pagado por los propietarios de la fábrica, que saboreó su esplendor en torno a 1924. Ese año fue comprada por el Modesto Escobar Acosta, un afamado hombre de negocios que fue diputado a Cortes. Ya en sus manos, la factoría experimentó el despegue que la situó entre las más renombradas del país. Ahora, los alumnos de El Atabal desempolvan su historia en un libro del que se han editado 500 ejemplares.

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