ANTONIO ROCHE.Diario Sur
A las 12.27 horas del sábado 4 de junio de 1960 se introdujo en el hueco la primera piedra de La Palmilla, acompañada de un tubo metálico que contenía todas las monedas que en ese momento se encontraban en circulación. Una costumbre que se sigue manteniendo hoy día.
Para el acto se desplazó a Málaga el ministro de la Vivienda, José María Martínez Sánchez-Arjona, que estuvo acompañado por las máximas autoridades locales y provinciales. El obispo coadjutor de la diócesis, Emilio Benavent Escuín, bendijo la primera piedra en presencia del obispo titular, Ángel Herrera Oria. «Todos estos momentos eran rubricados con entusiastas aplausos de los asistentes y del vecindario de la barriada 26 de Febrero, que se sumó a tan significativos actos», recogía SUR al día siguiente.
La nueva barriada, que fue proyectada por el arquitecto José María Santos Reín, fue impulsada por el Patronato Virgen de la Victoria con los fondos de la campaña de caridad. Con un presupuesto total de 24.014.696,48 pesetas, constaba de 24 bloques de cinco plantas, más un grupo escolar para absorber a la población infantil. En total se construyeron 480 viviendas sobre unos terrenos adquiridos por el citado patronato a Miguel Bordes, quien dio toda clase de facilidades con un magnífico espíritu de colaboración
El Ministerio de la Vivienda concedió una subvención de 30.000 pesetas por vivienda y el resto se fue amortizando con fondos de la campaña de caridad y con el préstamo concedido por la Caja de Ahorros de Ronda, igualmente con una extraordinaria disposición.
Distribución de los pisos
Del conjunto de viviendas, 96 tenían una superficie construida de 51,54 metros cuadrados y las 384 restantes, 49,78 metros cuadrados. Todas tenían tres dormitorios, sala de estar-comedor, cocina, cuarto de aseo, lavadero y dos terrazas. «Las obras e instalaciones responderán a la más moderna y eficiente concepción constructora», se decía.
La Palmilla nació fruto de la colaboración que existía entre el clero y las autoridades de la época. «Es una expresión de la unión en que se ha llegado en Málaga entre la Iglesia y el Estado; unión permanentemente organizada, jurídicamente constituida», lo recordó en su discurso Herrera Oria. Martínez Sánchez-Arjona, en su alocución, dijo: «Se trata nada menos que de la puesta en pie de un pueblo que al llamamiento de sus autoridades acude a solucionar un problema tan vital como es el de la vivienda». Medio siglo después, la vivienda figura entre los principales problemas de los ciudadanos.
El proyecto arrancó y tras tres años y medio de obras, las 480 viviendas se entregaron el 16 de enero de 1964 a familias necesitadas que estaban acogidas en la Casa Cuna y el Hogar de Fátima, «por riguroso sorteo entre los dos solicitantes». Con las mil viviendas de Portada Alta, fueron casi 1.500 de tipo social distribuidas en un mes en Málaga. Un impulsor de estas promociones fue el gobernador civil, Ramón Castilla Pérez.
En presencia «del administrador de la barriada, señor Saborido», monseñor Emilio Benavent Escuín «fue leyendo los nombres de los beneficiarios, a quienes las primeras autoridades hicieron entrega de los títulos y llaves correspondientes». El prelado pronunció unas palabras en el acto y dijo que el problema de la vivienda no quedaba resuelto: «Hemos hecho todo lo que podíamos hacer, aunque no nos parece bastante, y no cejaremos en el empeño hasta que todos los que aún no tienen un hogar propio lo posean muy pronto».
Las humildes familias, jubilosas, tomaron posesión de sus viviendas y los niños correteaban y jugaban con libertad por las calles de la nueva barriada, ajenos al devenir que luego ha tenido el entorno.
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