domingo, 9 de febrero de 2014

Paseo por las ruinas del Centro con el “Málaga Hoy” y Antonio Vargas, decano del Colegio de Arquitectos y profesor de la UMA

 La Málaga que fallece en sus ruinas
El centro de la ciudad está plagado de edificios singulares abandonados y en estado ruinoso Con su decadencia se deja escapar un patrimonio que pertenece a la colectividad
Tan sólo hay que tener la mirada atenta para presenciar una Málaga que fallece en sus propias ruinas. Ventanas rotas, puertas tapiadas, tejas y balcones desprendidos, el esplendor lejano va borrando año tras año sus huellas ante la desidia de propietarios y la dejadez de instituciones. En el centro histórico de la ciudad, decenas de edificios singulares están abandonados y en estado ruinoso. En algunos han tomado cartas en el asunto y hace unos días comenzaron a colocar andamios en la fachada de La Equitativa. La Gerencia de Urbanismo ha obligado a los dueños la reparación exterior del inmueble como requisito para pasar la Inspección Técnica de Edificios (ITE). Sin embargo, hay otros muchos que siguen muriendo lentamente.

Antonio Vargas, decano del Colegio de Arquitectos y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga, considera que "la cultura del mantenimiento de edificios aún no existe" y que la ITE, una obligación que es relativamente reciente, es una herramienta que puede ayudar a generar esa cultura. Y tan sólo hay que hacer un breve recorrido por las calles Madre de Dios, Dos Aceras, Álamos, Carretería y Compañía para comprobar numerosos ejemplos de dicha falta de actuación ante un bien privado pero que también pertenece a la colectividad.

"Hablamos de patrimonio y tendríamos que buscar un sistema de vigilancia más intenso antes de llegar a la ruina, realizar inspecciones más frecuentes, un sistema regulado con mayores exigencias y control para que no sólo se mantenga la habitabilidad sino también el patrimonio", estima Antonio Vargas. "Tendría que haber un plus de actuaciones en estos edificios para mantener lo que le da su valor patrimonial", agrega y cita un ejemplo muy concreto, el palacete barroco de Trinidad Grund.

"Tenía un grado de protección muy alto, pero se intentó hacer más de lo que permite la norma, como levantar una planta más, y rechazaron el proyecto", relata el decano del Colegio de Arquitectos. "En muchos casos se trata de un proceso especulativo, quieren sacar más y se fuerza la maquinaria, luego van pasando los plazos y el inmueble se deteriora, se van perdiendo grados de protección porque ya no existen, porque se caen y desaparecen, ciertos elementos que estaban protegidos", señala.

Entre la calle Tejón y Rodríguez y la plaza del Teatro, lleva años alzándose el esqueleto de un inmueble con vegetación propia en su interior. "Éste es un caso más que evidente", reconoce Vargas y apunta a que se está dejando "que se caiga" para poder hacer el proyecto pensado por sus promotores. Para el arquitecto y profesor universitario, en ciertos casos "tendría que llegarse a la expropiación y puesta en circulación nuevamente del bien" y señala la institución competente "puede obligar, subsanar, realizar una ejecución subsidiaria o una expropiación" al bien si sus propietarios no cumplen con su cuidado. Son los que tienen la obligación de proteger esos inmuebles, más si cabe, si se trata de edificios patrimoniales. Sin embargo, el decano del Colegio de Arquitectos considera que "las administraciones son muy recelosas y más garantistas con el bien individual que con el colectivo, con la propiedad privada que con el derecho de la ciudadanía a poder disfrutar de su patrimonio".

Destaca Antonio Vargas que es una cuestión de decisión política, de prioridades de las autoridades públicas. "En todo esto subyace la cultura del pelotazo, se compra sobre precios muy altos y se quiere sacar la máxima rentabilidad, además un piso cerrado no pide de comer y el promotor puede mantener un edificio sin muchos problemas", sostiene el arquitecto. Para él, serían necesarias políticas fiscales que penalizasen la falta de puesta en uso de un inmueble y el deterioro del patrimonio.

También destaca que, a veces, "la administración consigue complicar la cosa y para un propietario puede ser farragoso velar por su propio edificio, pero también dilatan esos procesos porque, a veces, les interesa". Frente a los retrasos y demoras, las únicas herramientas son la Inspección Técnica de Edificios y las órdenes de ejecución del Ayuntamiento, lo que está haciendo, señala Vargas, en los Baños del Carmen. Pero esas órdenes de ejecución enfrenta al gobierno municipal con propietarios y promotores y, además, se necesita inversión, por lo que "son un poco reacios".

Un factor también clave en el abandono de estos inmuebles es la estructura de la propiedad. "A veces sus dueños son personas mayores o sus herederos quieren dar el pelotazo y no se organizan para actuar con responsabilidad", considera Vargas. En la calle Madre de Dios, número 10, un edificio singular no tiene aspecto de haber pasado la ITE. Otro similar, con los vanos de la planta baja tapiados pero con las ventanas de la primera rotas y abiertas, se corroe lentamente en la calle Dos Aceras. En Álamos, otra fachada apuntalada y con el interior vacío. "Empezaría la promoción, la fachada estaría protegida, la dejaron, se apuntaló y se derribó para construir, luego les pillaría la crisis y así se quedó", aventura el arquitecto, que también indica cómo en la calle Carretería 31 se han perdido las molduras y hasta la Policía tuvo que actuar ante diversos desprendimientos de las cornisas.

"El espacio público no es sólo el suelo de la calle, los adoquines que pisamos, también lo son los edificios que las limitan", considera Vargas mientras que indica otro ejemplo del abandono en la calle Compañía y explica cómo en el Pasaje de Chinitas unos de los pisos que forman el entramado tiene la cubierta destrozada y sus canalones se ven tan inestables que una chapa metálica protege al peatón de posibles caídas de material a la vía pública. Ésa es también imagen de ciudad, la que están acostumbrados a recibir los malagueños que pasean por sus calles y la que perciben los que llegan a esta Málaga "del paraíso".

C RISTINA FERNÁNDEZ /MÁLAGA HOY

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