Una
superproducción con final incierto
El Corralón
de las Dos Puertas, uno de los pocos que ha sobrevivido a la inflación del
ladrillo, ni siquiera tiene segura su salvación tras la protección municipal
Del blog de
Alfonso Vázquez “La Ciudad. Crónica pateada
de Málaga”
ALFONSO
VÁZQUEZ
Con el
Corralón de las Dos Puertas teníamos todos los ingredientes para una gran
superproducción de Hollywood con final feliz hasta que llegaron las
administraciones, la fastidiaron y nos devolvieron a la vida real.
El corralón
se llama así porque da a dos calles, Curadero y Rosal Blanco, fue construido en
el lejano año de 1900 y sus vecinos han padecido desde el año 2001, cuando
aparece un nuevo propietario, las acciones e inacciones de un auténtico malvado
de las novelas de Dickens.
Esa es la
conclusión que se saca no sólo por el testimonios de los inquilinos sino porque
el corralón es un ejemplo de libro: el del acoso inmobiliario publicado por la
Oficina del Defensor del Ciudadano, en 2006.
Según el
testimonio de los vecinos, a los dos días de la llegada del nuevo propietario
–una empresa– ya pretendió echarlos fuera por una cantidad irrisoria, sin
olvidar que además de desentenderse del mantenimiento, una noche envió a un
chatarrero para desmontar el tejado.
Además, en
el pleno ejercicio de sus deberes como protagonista de una novela de buenos y
malos, la empresa consiguió pingües beneficios con la expropiación del
centenario corralón.
Por suerte,
los inquilinos han reaccionado y han llevado a este ejemplar negocio a juicio
para que se derime si actuó como un diligente propietario o pasó tres pueblos
de la suerte de estas familias.
Ya me dirán
si el argumento no era lo suficientemente peliculero como para trasladarlo a la
gran pantalla. Pero hay más ingredientes cinematográficos, porque la inflación
del ladrillo que padecimos la última década convirtió el corralón en un
superviviente. Desde el año 2000, en Málaga fueron demolidos 37 de los 43
corralones catalogados por el profesor de la UMA Francisco García Gómez. Seguro
que alguno de ellos era digno de conservación, pero pudo más el vil metal.
Y si estos
elementos no bastan, la Junta de Andalucía no daba un pimiento por la
supervivencia del edificio, que quería demoler para hacer viviendas sociales. A
finales de 2011, ante este derroche de sensibilidad administrativa, un centenar
profesores de Geografía e Historia de toda la provincia se movilizó para salvar
el corralón e Izquierda Unida, en el Ayuntamiento, logró el respaldo de todos
los grupos para que el corralón no fuera hecho puré y se restaurara.
Hasta aquí,
la superproducción de Hollywood. El edificio de las dos puertas es propiedad de
la Junta, el Ayuntamiento quiere que se rehabilite, pasa un año y como ustedes
suponen bien, nadie ha hecho nada. La intensidad de las lluvias obliga ahora a
desalojar del corralón. El Consistorio quiere salvar el edificio, en el
negociado de la Junta manda IU, el mismo partido que propulsó la protección.
¿Alguien entiende algo?
Lo único
bueno de esta historia es una nota conjunta de las dos administraciones para
realojar a los vecinos. Es tan obvio el ridículo hecho que para salvar la
película tenemos el deber de exigirles que, a continuación, pongan todas las
energías en rehabilitar de una vez el corralón. ¿Tendremos algún día un final
feliz?
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