viernes, 30 de agosto de 2013

Arquitectos y expertos en arte, en contra de suprimir el tabernáculo de la Catedral de Málaga tal como pretende el Obispo



 
Tabernáculo en el Altar Mayor de la Catedral de Málaga
La opción de suprimir el tabernáculo o templete del altar mayor de la Catedral para ganar espacio para las celebraciones no ha sido bien acogida por la mayor parte de los arquitectos e historiadores del Arte cuestionados al respecto. Esta idea, que como ayer informó este periódico ha sido barajada por el obispo, Jesús Catalá, y no descartada por el borrador del plan director de la Catedral, que no obstante no concreta proyecto alguno al respecto, se topa con el argumento de los que sostienen que se trata de una seña de identidad del primer templo de la diócesis aunque ya no cumpla la función para la fue realizado a finales del siglo XIX, la de albergar al Santísimo Sacramento.
El decano del Colegio de Arquitectos, Antonio Vargas, expuso que hay otras fórmulas para resolver la falta de espacio del altar mayor para las celebraciones en las que participan numerosos sacerdotes sin necesidad de tocar el templete. «Modificando o dando una solución a las tarimas de madera enmoquetada que se colocaron para ampliar el altar ya se empieza a paliar bastante el problema», opinó Vargas, quien incidió en que puede haber opciones «más sencillas» y más respetuosas con el patrimonio. En ese sentido, pidió a la Iglesia que sea rigurosa cuando elabore el proyecto de remodelación del altar.
El profesor de Historia del Arte de la UMA Juan Antonio Sánchez López, autor de un libro en el que analiza en detalle la historia del tabernáculo catedralicio, se mostró «completamente en contra» de que se suprima del altar mayor. «Es una seña de identidad inamovible de la Catedral que puede tener uso perfectamente colocando en su interior la imagen de un Cristo crucificado o resucitado, ya que de este modo se mantiene el discurso cristológico de la capilla mayor del templo», señaló. Y es que según este experto en el tema, las de Málaga y Granada son las primeras catedrales que plantearon el proyecto de su tabernáculo y su altar mayor como un espacio dedicado a la figura de Jesucristo empleando para ello un templete en vez de un retablo al uso. «Este modelo fue seguido luego por otras catedrales de América», añadió.
Sánchez López desveló que, al margen de las escenas de la Pasión de Jesús recogidas en los frescos de Cesare Arbassia que rodean al tabernáculo, hay más pinturas todavía por descubrir en las que aparecen ángeles basados en los de la Capilla Sixtina que señalan al templete. «Lo que hay que hacer es rescatar esas pinturas y terminar el tabernáculo, que puede ofrecer una cierta imagen de monumento funerario porque todavía le faltan los bronces que se diseñaron para decorar sus pilastras y los candelabros que iban a llevar los ángeles que lo rodean. Si se termina, ofrecerá una imagen muy distinta», relató el profesor, que igualmente se opuso a la idea recogida por el plan director de la Catedral para bajar la altura del presbiterio, es decir, el entarimado en el que se celebran las misas. «Esto es una equivocación. La concepción espacial de una iglesia es semejante a la de un teatro o escenario que garantiza la plena visibilidad de la liturgia, de ahí que los altares mayores estén en alto», añadió.
Empeño histórico
Por su lado, la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Málaga ya jubilada Rosario Camacho también se inclina por intentar mantener el tabernáculo en su posición original, si bien reconoce que su supresión puede ser la solución a la falta de espacio en el altar mayor aducida por el Obispado. «Creo que es importante respetar la historia y no sé si es un elemento que estorba tanto como para tener que cambiarlo de sitio», comentó esta reputada experta en el patrimonio malagueño, quien recordó que está documentado «el empeño» del Cabildo de la Catedral desde el siglo XVI por intentar contar con un tabernáculo definitivo, si bien se trata de una pieza que en la actualidad ha perdido su función inicial dentro de la liturgia.
Por el contrario, el aparejador del templo, Fernando Ramos, es partidario de «tener la mente abierta» a la hora de reflexionar sobre las posibles soluciones para el altar mayor catedralicio. En ese sentido, opina que no hay que sacralizar la permanencia del tabernáculo en el lugar que ocupa desde finales del siglo XIX y se mostró a favor de trasladarlo a otra iglesia de la capital que carezca de retablo. «Siempre que ese traslado se haga con sumo cuidado, no hay porque rechazarlo. La Catedral es un edificio vivo y hay que estar abierto a cambiarlo para que la liturgia se pueda celebrar adecuadamente», comentó. En ese sentido, también apuntó que es necesario, tal y como apunta el plan director en elaboración, bajar la altura del presbiterio, «que es uno de los más altos de las catedrales españolas», según indicó.
27.08.13 - JESÚS HINOJOSA Diario Sur

2 comentarios:

pauloski dijo...

Los que viven del ladrillo, como siempre, barriendo para lo suyo, ganar dinero, aún a costa de hacer polvo el patrimonio. Podría usted,señor Hinojosa hacer más estudios arquitectónicos...un verdadero filón para tiempos de crisis.

Anónimo dijo...

Es patente que los señores arquitectos-aparejador-obispo, forman un equipo magnífico contra el Patrimonio. Vamos a darle dinerito fresco a otro descerebrado proyecto. Que devuelvan la verja, eso es lo primero que tendrían que hacer ¿O se ha "extraviado"?