La Antigua Tabacalera, sede del Museo Automovilístico de Málaga |
«Disculpe,
las cosas del Ayuntamiento, ¿dónde se arreglan?». Lo pregunta un hombre que
frisa la edad administrativa de jubilación, pelo canoso y camisa a cuadros, y
quizá no sólo desconozca la ubicación exacta de las oficinas de gestión
tributaria municipal, sino también la carga metafórica, casi poética, de su
duda.
Pasan unos
minutos de las once de la mañana bajo la sombra de uno de los pabellones
laterales de Tabacalera, el inmenso recinto en cuya rehabilitación ha invertido
el Ayuntamiento de Málaga más de 30 millones de euros. Y ese dinero no le ha
traído muchas alegrías que digamos. Al fiasco de Art Natura hace dos años le ha
seguido la espantada reciente de la universidad privada U-tad en el concurso
para crear un centro digital. La pasada semana por fin parecía que llegaba una
buena noticia con el acuerdo que debe traer a la antigua fábrica un centenar de
obras y dos exposiciones al año del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. Pero
el horizonte vuelve a tornarse oscuro.
Ese nuevo
inquilino ocuparía desde el primer trimestre de 2015 el piso superior del
módulo que acoge al Museo Automovilístico de Málaga. «Cuando el museo ruso
entre por la puerta, yo salgo por la ventana», resume Joao Magalhaes, cuya
colección compone el centro dedicado a los vehículos singulares y de época.
Magalhaes no disimula su malestar, denuncia la «competencia desleal de los
museos subvencionados que reciben millones (de euros) al año» por parte del Ayuntamiento
y comparte sus más que serias dudas sobre el devenir de la iniciativa que va
camino de cumplir cuatro años en Tabacalera. Tanto es así, que plantea sin
ambages su intención de abandonar la ciudad (y con él, su colección), ya sea
cuando finalice su contrato con el Ayuntamiento en la segunda mitad de 2016 o
incluso antes de esa fecha.
Magalhaes
reivindica para el Museo Automovilístico «el mismo trato que reciben los
grandes museos en Málaga». Se mide el coleccionista y director del centro
malagueño en el rasero de las inversiones municipales en proyectos como el CAC
Málaga (3,1 millones de euros este año), el Museo Carmen Thyssen Málaga (2,1
millones), la sede del Centro Pompidou (un canon anual de un millón de euros
durante un lustro, más obras en el recinto por 5,1 millones) o el Museo de San
Petersburgo (con una asignación anual de 400.000 euros a lo largo de una
década).
El
coleccionista se detiene en esta última iniciativa que podría ser su vecina de
arriba: «Sólo interesa si es una muestra absolutamente excepcional. Si es más
un mediano museo de pintura o arte antiguo, quizá ya hay bastante en Málaga». Y
añade: «Si ellos vienen y también el Pompidou en parte es gracias a mí, que he
estado aguantando y manteniendo Tabacalera».
Soledad y
perjuicios
Y sobre esa
soledad levanta el director del Museo Automovilístico buena parte de su
malestar. Recuerda Magalhaes que ofreció su colección de coches al Ministerio
de Cultura español, que éste le planteó varios destinos y que se decantó por
Málaga atraído por el «complejo de museos» planteado entonces por el
Ayuntamiento en Tabacalera. «Fui perjudicadísimo con el colapso del Museo de
las Gemas y el consecuente parón de las obras de rehabilitación (...) La
entrada al complejo debería ser por la calle Pacífico (en la actualidad es a
través de la avenida Sor Teresa Prat) y yo tendría derecho a un espacio en ese
edificio del lado del mar que podría ser muy bueno para presentaciones,
exposiciones temporales o tienda, además del anfiteatro que se iba a hacer
allí», esgrime Magalhaes.
Desde el
Museo Automovilístico no detallan su presupuesto para este año ni los ingresos
en taquilla, de los que el Ayuntamiento debe recibir el 7% en virtud del
contrato firmado entre ambas partes. Durante la inauguración del Museo
Automovilístico el 17 de septiembre de 2010, Magalhaes calculó que el museo
recibiría unos 120.000 visitantes al año, pero en su mejor ejercicio (2013)
registró 47.105 visitas. Por su parte, el gobierno municipal invirtió nueve
millones de euros en la reforma de los espacios de Tabacalera ocupados por el
museo, al que ha destinado este año otros 200.000 euros.
Un respaldo
que Magalhaes considera insuficiente, al tiempo que establece comparaciones con
otros centros expositivos de la ciudad. «Sufro cada vez más con la competencia
desleal de los museos subvencionados que reciben millones al año. Sin tener más
mérito que yo. Al contrario. Estoy seguro de que ninguno de esos museos
aguantaría más de un mes en Tabacalera solos y con las mismas condiciones que
yo».
Y Joao
Magalhaes lanza más dardos: «¿Sabe que el bus turístico me pidió 5.000 euros al
mes para venir hasta mi puerta? El mercado turístico cultural de Málaga está
envenenado. No hay igualdad de oportunidades para todos. (...) Estos últimos
meses tuve que vender cinco coches para ir sobreviviendo (...) Por eso y, con
mucha pena, no tengo posibilidades de seguir trabajando en Málaga».
Algo huele a
quemado en el Museo del Automóvil. Y no son los motores ni los neumáticos.
ANTONIO
JAVIER LÓPEZ Diario Sur
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